¿Existe la cobardía?






La idea de la cobardía nace de un supuesto equivocado:que todos disponemos de los mismos recursos para enfrentar los peligros, y que algunos, a pesar de contar con ellos, no los enfrentan. A ésos se los llama cobardes.
Esta denominación, además de ofensiva, es falsa. Como también lo es su opuesta: la idea de valentía. En este caso no es ofensiva sino elogiosa, pero igualmente equivocada.
Todos los seres humanos disponemos de diferentes instrumentos para enfrentarnos a amenazas y estamos sometidos a la misma ley psicológica: si la amenaza supera a los recursos, surgirá el miedo.
Tarzán —arquetipo clásico del hombre valeroso— puede
hacer frente a un león sin vacilar, sencillamente porque dispone de los instrumentos para hacerlo. El mismo Tarzán, ante dos o diez leones enfurecidos, inevitablemente sentirá
miedo.
Puedo disponer de recursos de un valor mil, y si estoy rodeado continuamente por peligros de valor cinco mil, viviré continuamente con miedo. Por el contrario, puedo contar con recursos de un valor diez, y si estoy expuesto regularmente
a peligros de un valor cinco, prácticamente no conoceré el miedo.
¿Dónde quedan la cobardía o la valentía ante lo anterior?: se disuelven como conceptos pues cesan en su validez.
Lo que uno comienza a ver en cambio es, simplemente, personas que disponen, o no, de recursos para enfrentarse a la amenaza que se les presenta. También comprende que si quien se retiró desarrolla los recursos necesarios, inevitablemente se enfrentará a la amenaza de la cual se alejó.
Y su opuesto: si quien se enfrentó a ella no hubiera tenido los recursos de que dispuso, habría sentido miedo y se habría retirado.
Es importante alcanzar esta comprensión porque quien es tachado de cobarde, sobre todo si se trata de un niño, queda injustamente estigmatizado, la valoración de sí mismo se ve seriamente dañada y se perturba en gran medida
su forma de relacionarse consigo mismo y con los demás.


Norberto Levy La sabiduría de las emociones

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