La
carencia afectiva familiar durante los primeros años de vida es el
principal factor que desencadena este síndrome. La carencia afectiva
señala la situación en que se encuentra un niño que ha sufrido o sufre
la privación de la relación, principalmente con su madre, y que padece
el déficit de atención afectiva necesaria en la edad temprana.
La
carencia afectiva o las alteraciones por carencia relacional se
refieren a aquellas situaciones en que la maduración de la personalidad
del niño se interfiere por la falta grave de estimulación afectiva. En
el ser humano no existe la posibilidad de una maduración correcta sin el
calor afectivo del amor. Aunque, en cualquier circunstancia, cualquier
persona puede sentir no haber amado lo suficiente o no haber sido amado
de forma adecuada, la ausencia grave de estimulación afectiva durante la
infancia por parte de los adultos, que juegan un rol relacional
afectivo importante, provoca la aparición de trastornos, no tan solo de
la maduración, sino también síntomas clínicos que se expresan en
trastornos somáticos, afectivos y conductuales.
La
falta de afecto maternal se caracteriza por producir en el niño un
estado psicológico de avidez afectiva y miedo de perdida o de ser
abandonado, tanto si ha padecido en la realidad una privación afectiva
de la madre o como si lo ha sentido como tal. Es tal la necesidad de
recibir una señal de afecto que permanece en un cierto estado de
búsqueda afectiva, de necesidad de saturación, que se manifiesta por una
actitud de reasegurarse de la existencia permanente del afecto del otro
y así sentirse seguro.
La carencia afectiva es un mal que afecta a todas las edades, culturas y clases sociales. La
evolución de las personas que manifiestan este síndrome depende en gran
medida de la situación social en la que se desarrollen, pudiendo
establecer unos patrones que definan el comportamiento de estas personas
desde su infancia a la edad adulta.
-
En la primera infancia: son niños que lloran para llamar la atención,
sonríen poco y son más propensos a contraer enfermedades infecciosas. En
esta etapa suelen aparecer problemas digestivos (estreñimientos,
disfagias motoras y hernias de hiato son los más frecuentes), aunque
pueden llegar a remitir con el crecimiento.
-
En la edad preescolar y escolar: el niño presenta trastornos del
lenguaje, y otros retardos importantes: problemas de elocución, pobreza
de vocabulario, dificultades gramaticales y sintácticas (verbalización).
En el plano lógico-matemático suelen presentar buen comportamiento.
-
En la edad escolar: muchos niños presentan trastornos de aprendizaje:
el CI se sitúa, a menudo, en un nivel de inteligencia limite o de
debilidad ligera (CI entre 65 y 95), pero no porque el niño no sea
inteligente, sino porque no consigue centrarse al hacer las pruebas
(mentalización). Estos niños tienen frecuentes fracasos escolares y su
grado de autoestima comienza a caer. Sentimientos de desvalorización o
baja autoestima: el niño carencial niega su valía, se considera como un
fracasado, se destruye psíquicamente, se desprecia a si mismo; se
complace en el masoquismo de considerarse desgraciado, es una forma de
culpabilizar a la madre o padre de su falta de afecto. Su autoestima es
baja: el niño duda de si mismo en cuanto a despertar afecto o simpatía
(nadie me quiere; no soy amable, lo que me ocurra no le preocupa a
nadie), por lo que tiene una importante inseguridad: sentimiento
obsesivo de exclusión, de no estar en ningún lugar , de molestar o estar
de mas.
-
Entre la edad escolar y la preadolescencia: el sujeto presenta
trastornos del comportamiento, actitudes de inhibición, de retraimiento,
actitudes de oposición y de rebeldía, aunque relativamente sociables y
en ocasiones extrovertidos, sienten miedo a sentirse rechazados en un
grupo, por lo que tienden a integrarse a toda costa. De aquí la
importancia de las relaciones sociales en esta etapa ya que determinará
su conducta futura.
- En la adolescencia: los comportamientos extraños y los actos impulsivos son muy
frecuentes
(hiperactividad); en cambio los trastornos psicóticos o los
comportamientos neuróticos son raros. Son personas fácilmente
ilusionables por adolescentes mayores que él o por adultos. Huyen de
responsabilidades y son rebeldes con las normas. En
esta fase suelen aparecer las primeras adicciones (hipersexualidad,
drogadicción, alcoholismo,…) El paso al acto es la única expresión
posible de oposición a la verbalización y a la mentalización de la
infancia; estos síntomas del estado limite se pueden observar en un
deseo por buscar afectividad continuamente en alguien o algo que les
aumente la autoestima.
- En la juventud: la pérdida
de la capacidad de amar y una importante disminución del amor propio
les lleva a estas personas a llenar su vida con acciones hiperactivas o
que causan dependencia. Salir de la rutina con desenfreno seria su lema
para esta fase. El único momento en que la persona afectada puede
sentirse segura y querida se encuentra en su vida sexual. Es un instante
tranquilizador, en el que el hombre o la mujer se deja llevar. El
riesgo: una vida sexual desproporcionada, incluso incontrolable. En
general carecen de sensibilidad y huyen de las expresiones afectivas
hacia los demás. Utilizan a las personas como instrumentos para sentirse
seguros.
- En la edad adulta: el duelo por la pérdida de la juventud y el prepararse para la madurez,
el estrés y la fatiga, la dificultad adaptativa, la inestabilidad en
las relaciones personales, los conflictos conyugales y la pobreza de la
competencia parental (sentirse malos padres) son los aspectos mas
significativos. Aparece la infidelidad emocional, no porque estén
insatisfechos con su relación, sino sólo por sentirse todo el tiempo
queridos y deseados. El porcentaje de divorcios alcanza el 80%,
intentando buscar en todo momento la pareja que le asegure esa
estabilidad emocional y que no consiguen encontrar.
Cuando
nuestros pensamientos y sentimientos están yendo más allá..., Cuando
sentimos que la compañía de otra persona distinta a nuestra pareja se
hace más atractiva, entonces hablamos de la infidelidad emocional.
Es
aquella que nos vincula afectivamente con alguien del sexo opuesto, con
quien preferimos estar por encima de nuestra pareja... Hablamos de
aquellos grandes amigos que vuelven, que terminan por atraer la atención
y los pensamientos...
Según
el psicólogo Giorgio Agostini, se trata de “una especie de infidelidad
platónica, en la cual se siente que el compromiso de comunicación se da
con otra persona y no con su pareja”.
A
diferencia de la infidelidad sexual, aquí no se llega a la cama o, al
menos, no de forma premeditada, es una especie de incomunicación
afectivo espiritual, describe. Pero de todas maneras, puede llegar a ser
más grave que la infidelidad sexual. Por lo menos así queda de
manifiesto en un estudio realizado por dos investigadoras de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Argentina.
El
trabajo se basó en una muestra de 446 personas adultas, que tenían
entre 30 y 56 años. Los resultados finales no cambiaron mucho respecto
de los que se obtuvieron en 60 países, ya que el trabajo de las
psicólogas de la UBA formó parte de un estudio internacional que coordina Martín Voracek, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Viena.
¿Qué
le molestaría más: Imaginar a su pareja formando un vínculo emocional
profundo con otra persona o que sólo disfrute de una apasionada relación
sexual con otro u otra? Ésa fue la pregunta que se efectuó.
Al
respecto, el 80 por ciento de las mujeres dijo que se sentirían más
molestas si su pareja se involucrase emocionalmente con otra persona,
aun cuando no tuviese la oportunidad de interesarse sexualmente. El 56
por ciento de los hombres optó también por esta opción.
La
mayoría de los estudios realizados concuerda con lo mismo. Podemos
concluir que los seres humanos sabemos que la infidelidad emocional, que
deriva muchas veces en pensamientos infieles que reprimimos, puede ser
mucho más letal, en especial para el cónyuge que la sufre.
El factor de la carencia afectiva
Si
se trata de identificar la razón de por qué una persona comete alguna
infidelidad, encontramos que está actuando a raíz de una carencia
afectiva y emocional.
Y no es algo de un día para otro, sino que se trata de una carencia que se ha estado arrastrando por mucho tiempo.
Y no es algo de un día para otro, sino que se trata de una carencia que se ha estado arrastrando por mucho tiempo.
En
esto coinciden distintos expertos, como la psicóloga Catalina Bosch,
quien ha explicado que esa situación constituye un “un nicho propicio
para cuando llega otra persona que le hace sentir plenamente desde el
punto de vista de su autoestima, su ilusión, sus expectativas”.
Es
decir, otra persona comienza a suplir carencias, generando una relación
más estrecha que la que tenemos con nuestra propia pareja.
El
asunto puede comenzar a tornarse más complicado, cuando ponemos
atención a las palabras de la científica Helen Fisher, autora del libro
“¿Por qué amamos?”. Ella explica que “el
cerebro humano es capaz de sentir amor por el cónyuge y pasión por otra
persona. Por supuesto que son tareas inconscientes, porque es cierto que
la gente se enamora sin decidirlo”.
¡Así
son las cosas! El sentir una fuerte amistad por un integrante del sexo
opuesto, sumado a una carencia afectiva en nuestra relación sentimental,
puede terminar por traicionarnos.
INFIDELIDAD DE LA MENTE
Muchas
veces a partir del tipo de infidelidad antes mencionada, surge la
mental. Aunque no pase de nuestro pensamiento, hay que tener ojo, ya que
en el momento en que se está pensando, soñando o deseando mucho a otra
persona, es que algo está sucediendo, ya sea con nosotros mismos o con
nuestra relación.
La
pregunta que cabe entonces es si podríamos otorgarle el mismo grado de
gravedad a un hecho que nunca consumamos, pero que mucho deseamos, a uno
que definitivamente realizamos. Nos referimos exactamente a la
infidelidad mental. ¿Es perjudicial para una relación de pareja?
Podemos
señalar como ejemplo, el caso de Internet, que ha dado cuenta de este
tipo de infidelidades, que puede que no se concreten más allá, pero en
la que se observan verdaderas relaciones establecidas con alguien en
otro computador.
En este sentido, los expertos coinciden en que uno se puede enamorar por internet, ya que esto no sería otra cosa sino nuestra imaginación desatada, al llenarse de ilusiones.
En este sentido, los expertos coinciden en que uno se puede enamorar por internet, ya que esto no sería otra cosa sino nuestra imaginación desatada, al llenarse de ilusiones.
Lo
claro es que cuando ya sucumbimos ante este tipo de acciones, estamos
ante un problema muy importante dentro de nuestra relación de pareja que
debemos atacar cuanto antes.
Otro
es el caso de la pareja armoniosa donde uno de sus miembros tiene
cierta carencia afectiva. En general se trata de personas inseguras que
tienen necesidad de tener una aventura con otros sobre todo del sexo
opuesto. Esas inseguridades personales hacen ver la infidelidad como un
logro, mejoran su autoestima circunstancialmente, se ven reconocidos por
otro en su atractivo y ello les brinda seguridad.
En
ocasiones conflictos personales no resueltos, se hace presente en estas
personas mediante la infidelidad. Estas personas no tienen intenciones
de romper el matrimonio o pareja sino que sienten la necesidad de tener
un momento de relación en paralelo pero manteniendo el matrimonio.
Hay
personas que sienten la relación como algo rígido que los encapsula y
no les permite movilidad. Para estas personas la infidelidad es una
liberación, en el sentido de la ilicitud que representa la infidelidad.
Lo
ilícito les resulta atractivo, por ello en el momento mismo que la
infidelidad sale a luz, abandonan la relación; ya no le es atractivo. Y
sale a la luz porque lo cuentan abiertamente a su pareja, directamente y
sin remordimientos.
Las crisis evolutivas son situaciones de duelo, sobre todo las crisis de la adultez, 40
y 50 años. Esta situación conlleva una movilización interna del estado
ánimo que tenemos que poder elaborar y superar para vivir con plenitud
la etapa de la vida que nos toca. En ocasiones la causa de una
infidelidad es la búsqueda en otro que haga recuperar esa juventud
perdida. Así el infiel tiene la ilusión de recuperar su atractivo,
vuelve a sentirse joven, vital, atractivo. Y esta sensación no parará de
buscarla, por lo cual la relación estable con estas personas se hace
muy difícil para el cónyuge.
Existe una razón
Para
ser infiel se necesita al menos una buena razón, el gusto por lo
prohibido, monotonía de una relación, falta de satisfacción emocional en
pareja, unos tragos de más, y hasta la misma adrenalina de mantener una
relación oculta. Una vez se tenga la razón adecuada no habrá
remordimiento que valga cuando el placer del momento encienda la llama.
Inseguridad
La
tentación está en todas partes, en el trabajo, la universidad, una
exposición, un bar, un café, hasta entre los mismos amigos. La persona
infiel es a su vez una carnada fácil, por su inseguridad, por eso va en
busca de una persona fija y de confianza, es decir, alguien que esté
dispuesto a escucharle sin pedir nada a cambio. Aunque sepa que no puede
dejar y tampoco lo quiere, a su familia, no evita sentir algo más por
aquella persona que le cambió la vida. Al final es un sufrimiento y
sensación de traición doble. Si la persona siente que su pareja le está
dejando a un lado, y aparece otra que le hace sentir vivo y deseado de
nuevo, se convierte en un infiel en potencia dispuesto a vivir una
aventura extrema.
Fisher
(1996) manifiesta: Aún cuando la mayoría de los episodios de
infidelidad involucran alguna intimidad sexual, debe saberse que un
número no despreciable se puede describir mejor como situaciones de
infidelidad afectiva, sea porque no incluyen manifestaciones físicas
eróticas y/o porque sus factores causales no son de índole estrictamente
sexual. Sin embargo, al margen de esta consideración, una infidelidad
puede ser un episodio altamente traumático para quien hasta ese momento
ha confiado plenamente en su pareja, siendo difícil y a veces imposible
la reparación psicoterapéutica. En contra de lo que pudiera suponerse,
el/la infiel puede también sufrir un intenso sentimiento de culpa cuando
no ha habido premeditación sino la mera conjunción casual de
circunstancias favorables para la ocurrencia del hecho. De ocurrir, tal
emoción muy destructiva se une a la incapacidad para convencer al otro
de que el episodio de infidelidad no compromete lo esencial de su afecto
y su compromiso. Esto unido a la frialdad y sinceridad de las personas
con carencia afectiva puede hacer que la relación infiel termine y
vuelva con su pareja pero jamás volverán a ser los mismos.
En este vídeo Nuestro propio cielo (2007) de Roberto Pérez Toledo se refleja el comportamiento de una persona con este síndrome.
http://carenciaafectiva.blogspot.es/
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