El miedo al cambio






    Salir de lo ordinario, de lo que hemos sabido hacer por años o lo que muchos llamamos la “zona segura” no es cosa fácil, pero hay que hacerlo porque sino la vida nos pasa por encima y no llegamos a probar la variedad de sabores que nos pone en vitrina.


    El filósofo francés contemporáneo, André Comte-Sponville, expresa en su Diccionario filosófico que:


        “En un mundo en el que todo cambia, la inmutabilidad sería imposible o mortífera. Un país, un partido o una empresa sólo pueden conservarse con la condición de una adaptación permanente. Un individuo no puede seguir siendo él mismo si no evoluciona, aunque sea a regañadientes o lo mínimo posible. Vivir es crecer o envejecer, dos maneras de cambiar. En honor a Heráclito: todo cambia, todo fluye, lo único que permanece es el devenir universal”.


   Señalaré cuatro principios que pueden facilitar el desmonte del egocentrismo mental, incrementar el autoconocimiento y modificar los sesgos cognitivos (haciendo hincapié

en que algunos esquemas patológicos sólo son modificables con ayuda profesional):



1. Tomar conciencia de que el cambio es importante

2. Lentificar los procesos mentales e identificarlos

3. Reordenar la experiencia alrededor de una creencia negativa

4. Atacar las distorsiones



1. Tomar conciencia de que el cambio es importante .El psicólogo clínico Albert Ellis101 afirmaba:

"A menos que sus clientes crean firmemente que pueden cambiar y que esa mejoría puede durar, lo más seguro es que no intenten conseguir una mejoría"



• Hay que estar comprometido con el proceso del cambio y desearlo desde lo más profundo. Estar consciente de que cualquier transformación supon una dosis de esfuerzo e incomodidad: renunciar al principio del placer ahora para obtener un beneficio mayor después. Benjamín Franklin decía: "No hay beneficios sin suplicios". Sin irnos al extremo del masoquismo o el ascetismo crónico, la vida nos enseña que la mayoría de nuestros logros perdurables han sido producto del trabajo y la entrega a un proyecto que

consideramos vital (criar un hijo, estudiar en la universidad, desarrollar una destreza deportiva). ¿Disciplina? No cabe duda, pero también motivación.



• Sentir que el cambio es necesario y que será útil. Que a mediano plazo lo nuevo será mejor que lo viejo. Me dirás que no eres capaz, que ya lo has intentado, que es muy

difícil, en fin, mostrarás cien evasivas. Te pregunto: si la vida de tus hijos dependieran de que vencieras el peor de tus miedos y te dieran unas cuantas horas para lograrlo,

¿no lo dominarías? ¡Por supuesto que sí! ¡No te darías por vencido jamás! Hasta el último suspiro de tu existencia estaría involucrado en alcanzar la meta. Serías tozudo, persistente y valiente. Lo que quiero mostrarte es que sí tienes la capacidad para el cambio.

• Si aceptas que tu mente debe cambiar, es porque ya no quieres vivir con la mierda hasta el cuello y porque te cansaste de ser un "tonto feliz" rodeado de ignorancia. La

gente que decide cambiar de verdad produce revuelo a su alrededor: los amigos se asombran, los conocidos murmuran y los enemigos se mueren de la envidia.

• Para cambiar hay que tener "fuerza de voluntad". Persistir en la racionalidad, enfrentar el miedo a lo desconocido, no escapar ante el primer obstáculo y no perder de vista las

ventajas de lo nuevo. Para cambiar hay que ser serio, en el sentido de "hablar en serio", de comprometerse con uno mismo desde lo esencial.



Según Ellis, el poder de la fuerza de la voluntad incluye:





a) Determinación para cambiar

b) Conocimiento acerca de cómo cambiar

c) Ponerse en acción

d) Persistir en esta acción, incluso cuando es difícil de sobrellevar



Si no cambias, te cambian, ésa es la lógica del progreso. Si te quedas petrificado en la costumbre, la historia te pasa por encima. Está demostrado que los que se resisten al cambio suelen terminar aplastados por la contundencia de los hechos.

Fuente : Pensar bien , sentirse  bien  W. Riso 



1 comentario:

  1. "pero hay que hacerlo porque sino la vida nos pasa por encima y no llegamos a probar la variedad de sabores que nos pone en vitrina"

    No veo que haya que hacerlo si no es estrictamente necesario. Puedo vivir perfectamente sin probar esa vitrina.

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Gracias por los comentarios , abrazo hondo