Vivir las relaciones desde la autonomía









Tu eres tu y Yo soy yo - Fritz Perls
Yo soy Yo
Tú eres Tú.
Yo no estoy en este mundo para cumplir tus expectativas
Tú no estás en este mundo para cumplir las mías.
Tú eres Tú
Yo soy Yo.

Si en algún momento o en algún punto nos encontramos
Será maravilloso
Si no, no puede remediarse.
Falto de amor a Mí mismo
Cuando en el intento de complacerte me traiciono.
Falto de amor a Ti
Cuando intento que seas como yo quiero
En vez de aceptarte como realmente eres.
Tú eres Tú y Yo soy Yo.

Fritz Perls







Busca un espíritu que una la gracia y la medida a las demás cualidades nobles y únete a él. Platón.

Gracia y Medida. Cualidades nobles. Algo que uno puede encontrar en otra persona si anteriormente las ha descubierto en su interior. ¿Aparecerá esa persona mágica?, se suele uno preguntar cuando comienza a barruntar un deseo de amor. Se trata de un sueño muy común que, aunque parece hablar de la persona ideal, en realidad, hace referencia a un estado de conciencia que se anhela experimentar y compartir. Y en caso de lograrlo, ¿a quién le sucede tan extraordinario encuentro?, ¿a la mente profunda de dos seres que viajan por el infinito?, ¿a dos cuerpos físicos cargados de hormonas?, ¿tal vez a un alma gemela?
Cualquier paradigma que hable de la necesidad de una persona única en el Universo para completar nuestro puzzle, está haciendo referencia a una identidad dividida. Es decir, a una persona que se siente incompleta sin la conjunción de esa alma, supuestamente marcada por el destino. Aquellos seres humanos que buscan encontrarse para “complementarse”, en realidad construyen sus relaciones desde un patrón de dependencia. Un patrón por el que uno parece necesitar a alguien porque tal vez como humano está bajo un diseño mutilado. Y eso de “necesitar”, no es precisamente una opción de amor ni un privilegio, sino que más bien recuerda a esclavitud y atadura.
¿Quién se ha inventado esa exclusividad romántica del alma gemela?, ¿es acaso el mundo del mito que todavía tiene flecos e influencias que recuerdan a los cuentos de hadas? Ante tales preguntas, tal vez podemos optar por pensar que no somos la mitad de nada ni de nadie, sino que cada uno es Totalidad en sí misma. Podemos pensar que tenemos la opción de viajar individualmente o bien podemos hacerlo con otra u otras totalidades enteras. ¿Media naranja? Mejor optar por nombrarse como una naranja entera que va de “viaje por la vida” con otra u otras naranjas enteras. El camino transita de la dependencia a la independencia y de la necesidad a la libertad. El amor que, finalmente, ensalzamos no es un sentimiento, sino una decisión a la que se opta, prácticamente, cada día.
Tal vez el amar sea un estado de Gracia que revela lo Profundo, un estado que enciende el corazón e ilumina el alma. Ante tal realidad, uno se pregunta, ¿por qué este milagro sucede a unos, y sin embargo de otros parece escapar?, ¿acaso es el misterio el que surge y regala, sin que a uno le parezca que haya hecho nada extraordinario para lograr tal dicha?, ¿se trata, acaso, de una lotería insospechada? En realidad, ¿por qué la luz viene y va?, ¿y por qué está de visita y no se queda instalada como disolvente de nuestra gran amnesia?
Unos afirman que se debe a vidas anteriores, otros ni siquiera le llaman con nombre de ángel, sino que la miden en laboratorio y la llaman “hormona”. En realidad, es el cielo y la tierra que danzan y se integran. Alguien dijo: El que no cree en los milagros no es realista. Y efectivamente, el milagro se llama amor. Amor que un día llega como una paloma a nuestra ventana. Un ave blanca anunciando que la Gracia nos rozó el alma y que el amanecer ya levanta.
Para reconocer al Espíritu, conviene pasar por el encuentro con la Medida y con la Gracia. Una vez reunidos los opuestos en un centro Mayor, y con nuestra espalda bien recta, abrazamos a las estrellas. Más tarde... las serpientes bailan su ascenso tántrico e iluminan la corona. Y si preguntas ¿qué pasa? ... Te dirán que es el beso de la llama y la brisa del alma.
Del libro inteligencia del alma .J M Doria



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