En dicho comunicado, la División de Psicología Clínica de la BPS realiza un llamamiento internacional para el abandono definitivo del modelo de “enfermedad y diagnóstico” en salud mental, manifestando que “es
oportuno y apropiado afirmar públicamente que el actual sistema de
clasificación diagnóstica, en el que se basan el DSM y el CIE, con
respecto a los diagnósticos psiquiátricos funcionales, presenta
limitaciones conceptuales y empíricas significativas. Por consiguiente,
es necesario realizar un cambio de paradigma en relación con las
experiencias a las que se refieren dichos diagnósticos, hacia un sistema
conceptual que no esté basado en un modelo de enfermedad”.
Calificado en varios medios de comunicación como “una acción atrevida y sin precedentes para un colegio profesional”,
el llamamiento de la División de Psicología Clínica de la BPS ha
causado un gran revuelo en el campo de la medicina y ha sido portada de
una de las publicaciones de mayor impacto en el Reino Unido, The Observer, un suplemento de la revista The Guardian, a través de una serie de artículos: Medicine’s big new battleground: does mental illness really exist? (Nuevo campo de batalla en la Medicina: ¿existe realmente la enfermedad mental?) y Psychiatrists under fire in mental health battle (Los psiquiatras bajo el fuego de la batalla en salud mental).
En resumen, si bien la División de Psicología Clínica
de la BPS reconoce que un sistema de clasificación resulta fundamental
en medicina para facilitar la comunicación, seleccionar la intervención,
identificar la etiología, predecir los resultados y proporcionar una
base para la investigación, no hay que olvidar que “para que sea eficaz debe ser un sistema fiable y válido” y no ser objeto de continuas revisiones que “ponen en evidencia su falta de validez”.
A este respecto, la División de Psicología Clínica de
la BPS señala que los llamados diagnósticos “funcionales”
–esquizofrenia, trastorno bipolar, trastorno de la personalidad,
trastorno por déficit de atención, etc.- se presentan como una
declaración objetiva de los hechos, pero son, en esencia, juicios clínicos basados en la observación y la interpretación de la conducta y del auto-informe
del usuario, por lo que están sujetos a variaciones y sesgos, lo que
limita su validez. Además, la División de Psicología Clínica de la BPS
advierte que estas formas de clasificación generan perjuicios en la práctica clínica,
tales como la creciente medicalización de los problemas de ansiedad y
del comportamiento (cuyo impacto es mucho más grave en el caso de los
niños y adolescentes), entre otros inconvenientes.
Por el contrario, existen pruebas concluyentes de que el sufrimiento humano es el resultado de una compleja combinación de factores psicológicos y sociales,
argumenta la División de Psicología Clínica de la BPS, y la ciencia ha
validado repetidamente la eficacia de la evaluación psicológica, la
formulación psicológica y la intervención psicológica en el tratamiento
de estos problemas donde la etiología psicosocial desempeña un papel
crucial. En su Declaración, la División de Psicología Clínica de la BPS se posiciona a favor de la formulación psicológica
(en vez del diagnóstico psiquiátrico) e insta a estrechar la
colaboración entre los usuarios de los servicios de salud y los
diferentes profesionales sanitarios para elaborar un sistema que tenga
en cuenta el origen biopsicosocial del sufrimiento humano.
De esta manera, y tan sólo unos días antes de que se
de a conocer el nuevo manual diagnóstico DSM-V, la Declaración de la
División de Psicología Clínica de la BPS siembra el revuelo en el mundo
científico, al igual que lo hizo el NIMH la semana pasada. No obstante, y
si bien tanto el NIMH como la BPS ponen en duda la utilidad de las
actuales clasificaciones en salud mental, existe una crucial diferencia
entre ambas entidades. Mientras que el NIMH (así como un creciente grupo
de eminentes psiquiatras que tampoco apoyan estos sistemas de
clasificación) continúa empeñado en seguir el modelo biomédico a toda
costa – mediante la búsqueda de biomarcadores inequívocos y partiendo de
una postura muy poco científica que asume como verdadero algo que
todavía la ciencia tiene que demostrar, esto es, que los trastornos
mentales son trastornos biológicos -, la BPS considera que existe una
clara justificación y necesidad para un cambio de paradigma en relación
con los diagnósticos psiquiátricos funcionales, decantándose a favor de
un enfoque multifactorial, que contextualice el malestar y la conducta, y que reconozca la complejidad de las interacciones implicadas en la experiencia humana.
Finalmente, en un intento de llegar a un
entendimiento con todas las partes implicadas, la División de Psicología
Clínica de la BPS aclara en su Declaración que “esta postura no debe interpretarse como una negación del papel de la biología a la hora de mediar y posibilitar las experiencias humanas, las conductas y el malestar en todas sus manifestaciones”,
así como que tampoco pretende atacar a ninguna otra profesión
sanitaria, sino a los modelos teóricos que se aplican en la comprensión
de la naturaleza de los trastornos mentales.
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