¿POR QUÉ TE QUEDAS EN UNA RELACIÓN NEGATIVA?






 Romper una relación y tener que empezar de nuevo, es una situación que provoca mucho miedo. Por eso encontramos miles de razones para no hacer nada y dejar que todo siga como está. Éstas son algunas de las justificaciones más frecuentes:


a) Estoy exagerando; no es para tanto. Siempre hay cosas peores. Sólo valoras lo positivo de la relación y evitas ver lo negativo. Cuesta ser objetivos: tal vez miras al pasado que ya no existe y no te atreves a valorar lo que realmente estás viviendo ahora: miras a la persona que fue y no a la que es. Seguramente te acostumbraste a una persona que te empeñas en seguir viendo… y ya no existe. Tienes una percepción equivocada, una imagen ilusoria de lo que te gustaría que fuese.


b) Todavía le quiero. Piensas que queda un sentimiento de amor por tu pareja. ¿Puede el amor basarse en el sacrificio de uno solo de los dos? ¿Se puede amar a otra persona sin amarse un@ a sí mism@? Intenta sincerarte y decir lo que realmente sientes: ¿Es amor o más bien necesidad, agradecimiento, lástima, comodidad, culpa…? Sustituye la afirmación por la que te parezca más cierta: Le estoy agradecida, Me he acostumbrado a vivir a su lado, Siento lástima, L@ necesito…


c) Más vale malo conocido, que bueno por conocer. Comenzar una nueva etapa da miedo. ¿Quién va a confiar en una persona que viene de una relación fracasada? ¿Cómo se puede vivir en pareja con quien no sabe hacerlo? Entonces miro hacia el presente, reconozco que al menos ya conozco los defectos y las virtudes de esta persona con la que vivo y prefiero quedarme tal como estoy. No estás teniendo en cuenta que la experiencia de tu vida te has convertido en alguien más profund@… Ahora ya sabes lo que significa vivir en pareja y tienes una mayor conciencia de lo que quieres.


d) ¿Y los niños? Te pones en el lugar de ellos y te cuestionas el daño que le harás a tus hijos si pierden la unión de sus padres. Pero esa unión no existe, aunque viváis juntos. Y vuestros hijos están intentando que no os peleéis, que os llevéis bien… ¡y no lo consiguen! Sufre más un niño con padres que se pelean que con padres separados. En ocasiones los hijos se convierten en la escusa para dilatar la decisión a la que me enfrento y que no quiero asumir. Cuando te das cuenta tus hijos ya son mayores, han pasado muchos años y tú has asumido con tristeza tu relación.


e) Si me voy le haré mucho daño. Y si te quedas también, porque estás permitiendo su manipulación y su ceguera. Cediendo a la lástima sólo puedes construir una relación desigual e infeliz, producto del sacrificio y que genera mucha rabia contenida.


f) No quiero sentirme fracasad@. Después de tantos años de vida en común, con unos hijos, la casa, la estabilidad económica, los amigos… ¿Qué va ser de mí si tiro todo por la borda? Y ¿cuántas cosas has tirado ya por mantenerte en esta relación? Dejaste esos estudios que tanto querías, algunos viejos amigos que no encajaban con tu pareja, aquella empresa en la que ganabas menos pero que te gustaba el ambiente, la casa pequeña y coqueta… ¿Por qué no aceptas también la parte de fracaso que ha supuesto vivir con el otro? No te engañes: tomar decisiones y resolver conflictos no es de fracasados.


g) No me daré por vencid@. Y sigo luchando dentro de la pareja, porque todavía se puede hacer algo por ella, con la condición de resistir dentro de ella. Más bien queremos decir, no seré yo quien tire la toalla; que se vaya el otro, así no se siente un@ culpable. El yo puedo con todo nos irá minando poco a poco pues continuaremos cargando y arrastrando una situación dolorosa y dañina. No es extraño que acabemos rotos, agotados o depresivos.

Pero sólo son justificaciones que están taponando una decisión que tu corazón sabe que es inevitable.

Conviene revisar nuestras actitudes y creencias sobre las relaciones de pareja y el amor 

Aqui os dejo algunas creencias erroneás o mitos  sobre la pareja :

MITO 1: Marido y mujer deben ser los mejores amigos
El matrimonio es compartir íntimamente, la amistad es compartir la intimidad.
La amistad pone el énfasis en las necesidades e intereses de dos personas independientes, mientras que el matrimonio lo pone en la familia (en general).
La amistad supone un clima en el cual todos los sentimientos y emociones se pueden expresar con total libertad, no afecta a la vida del otro lo que uno opine o sienta sobre temas importantes. En el matrimonio la proximidad física constante y las responsabilidades compartidas dictan la necesidad de algún grado de reserva emocional.
Si la amistad es una relación en la cual lo que se puede comunicar va de “A a Z”, en el matrimonio sería más conveniente que fuera de “A a W”.
Por ejemplo, comentar fantasías sexuales con amigos íntimos de ambos puede perjudicar la relación. Comentarlas con otros amigos no tendría impacto en la relación en la relación de amistad. El mismo comentario con un amigo no tendría repercusión en la relación.  .

MITO 2. “El amor romántico crea un buen matrimonio”
El matrimonio no es un tiempo romántico, es una relación práctica y seria. Quererse puede aprenderse y ponerse en práctica durante el matrimonio. Aunque la educación romántica de la sociedad occidental suponga que es una química que “aparece” y no se puede hacer nada para que prospere y se mantenga en el tiempo.
Las diferencias económicas, de status social, de educación son importantes a la larga, aunque en un primer momento de enamoramiento se crea que pueden ser eliminadas o al menos superadas. Cuando la pasión decrece pueden convertirse en fuente de conflictos y desamor.
Una relación feliz se basa en conductas  como: bondad, amabilidad, consideración, comunicación, ajuste de los hábitos de cada uno, participación conjunta en varias actividades, consenso en valores, reciprocidad, respeto muto.

MITO 3. “Una relación extramatrimonial se da solamente en matrimonios que tienen problemas”
Que uno de los miembros tenga una aventura no es algo que sólo ocurre cuando hay problemas en la pareja.  Hay muchas razones y sólo algunas son reflejo de conflicto o fallos en la pareja. Puede que haya falta de afectividad o deficiencias en las relaciones sexuales que hagan más probable la infidelidad; pero hay otras como la curiosidad, o simplemente que se dé la oportunidad y no se dice que no, que no tienen que ver con fallos en la pareja.
Otras veces son causas individuales las que llevan a uno de los miembros de la  pareja a engañar al otro. Por ejemplo querer demostrarse a uno mismo que se sigue siendo atractivo y deseable.
El sexo fuera de la pareja afecta siempre a la relación y es la primera causa de divorcio; pero no siempre significa el fin de la misma, sin ayuda terapéutica continúan unidas el 35% de las parejas.

MITO 4. “Si te sientes culpable, confiesa”
La “sinceridad total” en una pareja puede ser mortal a veces. Por ejemplo, aunque hay una gran variedad en la forma en como se relacionan las parejas, no suele aceptarse con serenidad el hecho de que la pareja informe de una infidelidad. Confesar puede ayudar al infiel a encontrarse mejor y a poder perdonarse a sí mismo, y suele sorprenderse mucho de que su pareja no valore su “sinceridad y honestidad” y le eche en cara el engaño, reaccionando con mucha emotividad.
Tampoco es tan raro que ocurra lo que recoge el tópico de que “el interesado/a” es el último en enterarse. Si la persona confía realmente en su pareja y piensa que él/ella no le engañaría es frecuente que no se dé cuenta de lo que ocurre, aunque todos los que les rodean estén enterados.
Decir todo lo que le pasa a uno por la cabeza tampoco tiene mucho sentido. Por ejemplo, si se ve a una mujer muy atractiva y el marido le dice a la esposa que piensa que le apetecería acostarse con ella, posiblemente reciba un buen rapapolvo, por un pensamiento que en ningún momento ha creído que tuviera trascendencia

MITO 5. “Marido y mujer deberían hacer todo juntos”
Este mito surge de la falacia romántica que supone que la pareja ideal consiste en una fusión total, dos convertidos en uno solo, todo lo hacen juntos y van juntos a todas partes.
 
Se trata de decidir individualmente pensando conjuntamente, no se es que haya que pedir permiso para una actividad individual,  pero hay que tener en cuenta los compromisos previos de la pareja y darle prioridad, ya que hay una responsabilidad con esa persona con la que se convive y a la que afectan las decisiones que uno tome.
Insistir en hacer todo juntos supone una presión perjudicial sobre ambos componentes de la pareja y sobre la relación. No tener actividades compartidas es negativo para la cohesión

MITO 6. “Hay que luchar  a toda costa por el matrimonio”
El matrimonio requiere adaptarse y ceder, también es necesaria la dedicación, ser buen negociador y compartir los intereses del otro.
Pero “esforzarse” constantemente y a toda costa para que la relación funcione lleva al agotamiento y a distanciarse del objeto de nuestro duro trabajo.
Debe resultar gratificante el hacer cosas por la otra persona, si no apetece nunca compartir su tiempo y sus intereses, y si nada de lo que el otro haga por uno se aprecia o resulta placentero. por mucho esfuerzo que se ponga al final se pasará factura por el trabajo realizado, y será la relación la que salga perjudicada.

MITO 7. “Una buena pareja se fía absolutamente”
Estar absolutamente seguro de la devoción de la pareja puede llevar a una sutil falta de respeto, si se piensa que no es necesario hacer nada para seguir conquistando al otro. Si se considerase que el cónyuge puede atraer a otras personas seguramente se aumentarán las muestras de interés y afecto para que eso no suceda. Una ligera “inseguridad” ayuda a mantenerse más cuidadoso del aspecto físico, más atento y respetuoso con el otro.

MITO 8. “Debes hacer feliz a tu pareja”
No es responsabilidad del cónyuge hacer feliz a su pareja, porque ni siquiera uno mismo es responsable de su propia felicidad. Por ejemplo, dejar que el disfrute sexual sea solamente responsabilidad del hombre es un error que carga a uno con una tarea que depende de los dos.
Por otro lado, si uno tiene la idea de que el otro debe hacerle feliz su actitud será sentarse y esperar.
La felicidad es un producto que surge de la actividad que uno hace, aunque no siempre la misma actividad produce el mismo efecto, porque depende de muchos factores. La persona que quiere sentirse feliz se hace responsable de sus propios sentimientos y de la búsqueda de actividades placenteras.
Hacerse cargo de la propia felicidad incrementa las posibilidades de lograr que la vida y el matrimonio sean satisfactorios.

MITO 9. “Las buena parejas permiten toda la descarga emocional”
Suponer que el hogar es lugar idóneo para liberar las emociones contenidas es un grave error. Según algunas personas sólo están siendo “ellos mismos” o “desahogándose”, cuando en realidad están maltratando de palabra (y a veces de obra) a su pareja y/o su familia.
Hay graves consecuencias por este comportamiento (aparte de las legales), tales como revanchas por parte del otro cónyuge e incluso el divorcio.
Unido a este está el mito de “un buen matrimonio se basa en el amor incondicional”, da igual cómo uno se comporte el otro debe amarle por “sí mismo”. Pero las relaciones de pareja, como cualquier otra, requieren educación y respeto.
También el mito de “amar es no tener que decir nunca lo siento” es un subproducto de estos otros, pero es falso, si se cometen errores hay que pedir perdón, es la única forma de que le perdonen y humano es errar.

MITO 10. “Los buenos maridos arreglan enchufes, las buenas esposas ponen la lavadora”
Aunque, en cuanto a tareas domésticas se refiere, han caído muchos estereotipos sobre lo que es “masculino” y “femenino”; aún hay algunos hombres que suponen que poner la lavadora excede de sus competencias, y algunas mujeres para las que programar el vídeo es algo impensable.
Como siempre el problema no es saber hacer o no, sino estar o no de acuerdo con lo que se hace. Por eso, es conveniente hablar de qué sabe hacer cada uno y lo que está dispuesto a aprender y si es necesario qué se puede encargar a personas de fuera para no enredarse en discusiones absurdas sobre lo que uno tiene o no tiene que hacer según su sexo.

MITO 11. “Tener un hijo mejora un mal matrimonio”
Aunque los hijos suelen suponer una fuente de gran satisfacción para un matrimonio bien avenido; las responsabilidades de educar y criar un hijo aumentan la presión sobre la pareja. Si la pareja tiene problemas, la falta de sueño y de tiempo para el trabajo o el ocio sólo empeorarán una relación ya debilitada.
Suponer que la pareja puede sentirse más unida por tener un hijo es un gran error.

MITO 12. “El matrimonio debería ser una sociedad 50/50”
El mismo sueldo por el mismo trabajo, las mismas oportunidades para todos, son ideas democráticas muy razonables; pero intentar llevar a la pareja (o familia) a un reparto totalmente equitativo de tareas y responsabilidades es un error.
En la vida real los componentes de la pareja pueden aportar diferentes capacidades o conocimientos sin que ello suponga un perjuicio para el otro. El hecho de intercambiar tareas, “si tú cocinas, yo paso la aspiradora”, no debe convertirse en una lucha por la absoluta equidad. Si uno realmente ama a otra persona disfruta haciendo algo por ella, sin necesidad de estar constantemente recordando lo mucho que se “sacrifica” y lo poco que es correspondida. El matrimonio ideal sería una sociedad comunista en la que cada uno da según sus capacidades y recibe según sus necesidades.

MITO 13. “El matrimonio puede realizar todos nuestros sueños”
Este mito está relacionado con el mito del amor romántico, pero además le añade la “necesidad” del otro, si no se vive en pareja no valen de nada el resto de los éxitos profesionales y personales, u otras relaciones importantes.
Un buen matrimonio es muy deseable y ayuda a tener una vida plena, pero no es imprescindible. La idea de que el matrimonio lo es “todo” genera mucho sufrimiento innecesario.

MITO 14. “Los que aman de verdad adivinan lo que el otro piensa y siente”
Nuevamente este mito se relaciona con el del “amor romántico”. Da por hecho que la compatibilidad supone “compartir una sola mente”, “estar en la misma onda”.
Hay algo de verdad en que las personas que comparten algún tipo de intimidad (pareja, amigos, colegas) a veces se entienden sin palabras y perciben los pensamientos y sentimientos del otro, la palabra clave es “a veces”.
Esto sirve también para el matrimonio, es necesario comunicar con sensibilidad lo que quiero, lo que me gusta y lo que creo que el otro piensa para poder tener una buena relación. No leer la mente ni esperar que el otro nos la lea nos da una gran claridad y respeto en la relación.

MITO 15. “Un matrimonio infeliz es mejor que un hogar roto”
Un matrimonio infeliz es una dura prueba que a veces se mantiene por razones que nada tienen que ver con el amor y el cuidado que se encuentran en una buena pareja. Hay muchos motivos de tipo económico, social, religioso, o por miedo a la soledad, por los hijos, etc. por los que puede merecer la pena mantener un pareja relativamente infeliz. Para ello, rebajar expectativas y exigencias exageradas sobre la pareja puede ayudar a reparar una relación deteriorada, pero hay que considerar que, a veces, es mejor una buena separación que una mala vida en común.
Considerar la felicidad personal por encima de otros aspectos y separarse solamente porque “no se siente lo mismo” puede ser un error; pero seguir en una relación de sufrimiento o pelea constante, es también un error.
Lo que hace más desgraciados a los hijos no es el hecho de que sus padres estén juntos o no, sino las peleas y discusiones que tienen. Cuando se piensa en el divorcio, hay que tener en cuenta que, a veces, las peleas se prolongan más allá de la separación y se pueden hacer más duras, con lo que el perjuicio a los hijos continúa y se puede incrementar.
MITO 16. “Las aspiraciones laborales del marido están por encima de las de la mujer”
Es asunto de cada pareja valorar qué prioridad se le asignan a las exigencias del trabajo de cada uno de ellos, no se trata de imponer sino de negociar teniendo en cuenta las necesidades individuales y las de la familia.
Si una pareja funciona bien y ambos están de acuerdo en posiciones desiguales, tampoco hay que cambiar en aras de una igualdad mal entendida.

MITO 17. "Si tu pareja te quiere dejar, agárrate y lucha"
Si uno de los miembros de la pareja quiere dejarlo pero se queda por temor, lástima, dinero o culpa ¿qué clase de relación queda?
La resistencia a dejar que la pareja se vaya puede impedir que lo haga pero es una victoria envenenada. Aunque es valiente luchar por la pareja esto sólo compensa cuando hay dos para hacerlo. No es conveniente permanecer en un lugar donde uno solamente es tolerado o soportado.

MITO 18. “Un amor muerto se puede revivir a veces”
Si queda algo de afecto o comprensión, o al menos un rastro de compañerismo es lógico que se intente evitar el divorcio. Sin embargo, si hay desprecio y todo lo que hace el otro causa enfado, permanecer en la relación sólo acarreará dolor
Muchas relaciones desapacibles se mantienen porque sus miembros se apegan por razones que no tienen nada que ver con el amor y la buena comunicación. Por ejemplo, miedo a la opinión de familiares y amigos, presiones económicas, miedo a la soledad, etc. Es preciso analizar si estas razones son suficientes para mantener una relación en la que no hay amor.

MITO 19. “La competencia estimula el matrimonio”
La competencia disminuye la reciprocidad, los esfuerzos conjuntos y las metas comunes que son la base de un matrimonio. En las relaciones competitivas se lucha por el liderazgo y entonces desaparece el compañerismo.
Si hay competencia, cada uno trata de demostrar al otro que es mejor en el trabajo, con los amigos, e incluso que le supera en el cariño de los hijos. La pelea es continua y cada uno insiste en sus derechos, con lo cual no hay coalición ni se buscan soluciones cooperativas cuando surgen desacuerdos, cada uno intenta ganar en todas las situaciones.

MITO 20. “Debes transformar a tu pareja en alguien mejor”
Si a uno no le gusta la persona con la que va a casarse, es poco probable que le guste después de hacerlo. Y, aún peor, si se consigue que el otro cambie a la fuerza, surgirá el rencor asociado a la presión para un cambio que no se desea. Una cosa son los reajustes y adaptaciones necesarias en toda vida de pareja y otra las exigencias de cambio.

MITO 21. “Los opuestos se atraen y se complementan”
Los polos opuestos se atraen porque las diferencias les parecen divertidas e interesantes, sobre todo durante la primera etapa del romance, a largo plazo lo que antes agradaba puede resultar incompatible con las preferencias propias. Por ejemplo, una persona muy formal puede verse atraída por otra menos convencional, pero después de los años esa diferencia puede dar lugar a graves discusiones.
Algunas diferencias pueden enriquecer la relación, si no son muy importantes.
Surgen problemas serios cuando los valores no son compartidos, pero también pueden surgir si las preferencias sobre el ocio y el tiempo libre son siempre incompatibles.

MITO 22. “Las parejas no deben revelar sus problemas a extraños”
La idea de que lo que sucede en la pareja no debe comentarse con nadie porque es una traición a la relación puede impedir que una pareja con dificultades encuentre solución a sus problemas, e incluso que los relativice y aprenda a tolerar las dificultades de toda vida en común.
Consultar con un profesional puede salvar una buena relación si ambos están interesados en ello.
Consultar todas las decisiones de la pareja con la familia de origen puede impedir que la pareja se constituya como ente independiente.

MITO 23. “No tenga sexo estando enfadado”
Pensar que todas las relaciones sexuales de la pareja deben ser siempre una unión especial y maravillosa, símbolo del amor que se profesan es absurdo. Sería como comer siempre en un restaurante de cinco tenedores. A veces un bocadillo es tan satisfactorio y nos ayuda a estar alimentados y felices. Con el sexo es igual, un encuentro sexual rápido y agradable no necesita velas, flores y poesía, a veces es más satisfactorio.
Las parejas que aprenden a disfrutar de una variedad de actividad sexual del tipo: sexo amoroso, sexo erótico, sexo lujurioso, sexo juguetón, etc… suelen tener menos conflictos y estar más unidos.
Cuando estamos enfadados, podemos tener ganas de castigar al otro y nos podemos negar a hacer el amor; pero hay que tener en cuenta que después de una relación sexual los problemas se ven con otra perspectiva emocional y aquello por lo que discutíamos pierde gran parte de su sentido.

MITO 24. “Confórmese con lo que tenga”
Todas las parejas necesitan adaptarse y aprender a tolerar pequeños inconvenientes. Las expectativas románticas inalcanzables impiden disfrutar de una relación amorosa en la vida real. Pero sí se puede mejorar una relación de pareja, y es gratificante hacerlo. Si es preciso, hay que contar con la ayuda de un profesional.

VALORACIÓN DE IDEAS IRRACIONALES ACERCA DE LA RELACIÓN CON LA PAREJA
Instrucciones: en cada una de las quince afirmaciones siguientes, coloque el número (del 1 al 7) que representa el grado en que está de acuerdo o en desacuerdo con ella.
De acuerdo:
1.      por completo (9)

1.      bastante de acuerdo (7)

1.      un poco (5)
Ni de acuerdo ni en desacuerdo
1.      Ni de acuerdo ni en desacuerdo(4)
En desacuerdo
1.      un poco (3)

1.      bastante en desacuerdo (2)

1.      por completo (1)

Si una persona tiene algunas dudas acerca de la relación, eso significa que algo no anda bien en ella

Si mi pareja en verdad me quisiera, no tendríamos ninguna riña

Si a mi pareja le importara de verdad, siempre sentiría amor por mí

Si mi pareja se enoja conmigo o me critica en público, eso indica que de verdad no me ama

Mi pareja debería saber qué es importante para mí sin tener que decírselo

Si tengo que pedir lo que realmente quiero, eso ya lo echa a perder

Si a mi pareja en realidad le importara, haría lo que le pido

Una buena relación no debería tener ningún problema

Si dos personas se aman de verdad, no hay necesidad de trabajar en la relación

Si mi pareja hace algo que me molesta, pienso que es porque desea herirme a propósito

Cuando mi pareja no está de acuerdo conmigo ante otras personas pienso que es una señal de que no le importo demasiado

Si mi pareja me contradice pienso que no me respeta demasiado

Si mi pareja hiere mis sentimientos, pienso que él/ella es malo

Mi pareja siempre trata de hacer las cosas a su manera

Mi pareja no escucha lo que yo tengo que decir



La aceptación como cura de un esguince de tobillo

La aceptación que se propone en la terapia de aceptación y compromiso se puede entender si la comparamos con un esguince de tobillo. Sabemos que la mejor manera de curarlo es aceptar con conciencia plena el dolor y hacer los ejercicios que nos manda el fisioterapeuta, que lo hace aplicando sus conocimientos al estado del problema que tiene el paciente. Podemos ignorar que nos duele para lo que tenemos que restringir nuestros movimientos y nuestra vida. Está claro que la idea de evitar que nos duela no es buena. La solución más recomendable tampoco es amputar el pie, porque puede que, si lo hacen bien, no nos vuelva a doler; pero las consecuencias son terribles. La superación del esguince pasa por aceptar que tenemos que hacer ejercicios de recuperación, que nos van a doler, 



Fuentes :

Centro Atman 
PSicoterapeutas.com 
  


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