“Vuestro espíritu a menudo es un campo de batalla”:




“Y la sacerdotisa habló de nuevo y dijo: Háblanos de la razón y la pasión.

Y él contestó diciendo:

Vuestro espíritu a menudo es un campo de batalla, sobre el que vuestra razón y vuestro juicio libran una guerra contra vuestra pasión y vuestro apetito.

Ojalá pudiera ser el pacificador de vuestro espíritu, ojalá pudiera tornar la discordia y la rivalidad de vuestros elementos en unidad y melodía.

Pero, ¿cómo podría hacerlo, a no ser que vosotros mismos también seáis pacificadores, mejor aún, amantes de todos vuestros elementos?

Vuestra razón y vuestra pasión son el timón y las velas de vuestro espíritu marinero. Si vuestras velas o vuestro timón se rompen, iréis sin rumbo, a la deriva, o bien os quedaréis parados en medio de un mar en calma.

Porque la razón, gobernando sola, es un confinamiento forzado; y la pasión desatendida es una llama que arde hasta su propia destrucción.

Así, pues, deja que tu espíritu exalte tu razón a la altura de la pasión, que pueda cantar, y deja que dirija tu pasión con razón, que tu pasión pueda vivir a través de su propia resurrección diaria; que, como el ave fénix, resurja de sus propias cenizas.

Os haría considerar a vuestro juicio y vuestro apetito como a dos amados huéspedes en vuestra casa. Seguro que no trataríais a uno mejor que a otro; porque tratando mejor a uno, se pierde al amor y la fe de ambos.”


“La humanidad ha sufrido más por haber vivido en la división que por ninguna otra razón. El hombre es un todo orgánico. Es imposible amputarte una parte de ti y seguir siendo feliz. Hay que unir todas las partes en un todo armonioso, como una orquesta, en la que se aúnan todos los instrumentos en una sola melodía; de lo contrario no habrá ninguna música, sólo un ruido que, en vez de un sosiego para tu espíritu, será una molestia.

Toda la historia del hombre ha sido una historia de divisiones. ‘Descarta esto, descarta eso, y quédate sólo con una parte de tu ser’. Seguirás en la desdicha, porque la felicidad nace cuando todas tus partes danzan juntas en una profunda armonía, sin ningún conflicto.

¿Por qué ha creado el hombre este estado de mente esquizofrénico? No ha sido sin una razón. Los que quieren dominarte, los que quieren explotarte, los que quieren que sigas siempre esclavizado… es una estratagema suya. Un hombre que está completo no puede ser oprimido, no puede ser explotado, no se le puede reducir a la esclavitud. Pero hay personas cuya única ambición es el poder. Parece como si el poder fuera su única razón de existir.

Estamos hablando de la mente y el corazón, de la lógica y el amor. El hombre lleva siglos considerándolos opuestos. Los intereses privados le han estado diciendo que si escucha a ambos, se volverá loco; son contradictorios, tendrás que elegir. Los que eligen la razón tienen todas las posibilidades de ser poderosos en el mundo, pero vacíos por dentro. Aquellos raros espíritus que eligen la pasión, el amor, el corazón, en su interior arden de belleza, de bendición, de fragancia, pero en el exterior no tienen ningún poder.

Ambas cosas, razón y pasión, ambas existen en el hombre, y ambas parecen contradictorias, al menos superficialmente. El hombre está montando dos caballos, cuyo resultado final parece ser el desastre; hay que hacer una elección, esa es la visión de la sacerdotisa. Pero la visión de Kahlil Gibran es más profunda que la de sacerdotes y sacerdotisas, políticos, y la gente que ostenta el poder, ya sea por dinero o por prestigio.

Lo que viene a decir es lo siguiente: Vuestro espíritu a menudo es un campo de batalla, porque nunca has ido a las raíces de tu ser. La razón dice una cosa, y el corazón anhela otra, y elijas lo que elijas, sufrirás, seguirás desdichado, porque la mitad de tu ser estará quedando desnutrido, hambriento. Poco a poco la distancia entre ambos se hará tan grande, como si te hubieran cortado en dos partes con una sierra. Estas personas divididas están luchando con ellas mismas, se han convertido en un campo de batalla. Eso es una estrategia, una estrategia muy astuta: si se pone al hombre en una situación en la que esté luchando consigo mismo, no tendrá ni energía ni tiempo para rebelarse contra la esclavitud, contra la opresión, contra la explotación. Su lucha interna le dejará tan débil que cualquiera podrá dominarle. Es una forma sutil de castración psicológica. Al hombre se le ha hecho impotente con una estratagema muy astuta. Si eres uno y estás completo, con la integridad, la individualidad y la energía para resistir contra todo aquello que quiera destruir tu libertad, si toda la humanidad tuviera esa integridad, los dictadores desaparecerían. Los políticos no tienen sitio en una correcta sociedad humana. En una sociedad culta, ¿qué necesidad habría de leyes y tribunales? Los jueces, la policía, perderían todo su poder. Así que para no perder ese poder, tienen que mantenerte dividido. Nietzsche lo dijo claramente, y sufrió por ello a manos de la gente hambrienta de poder. Pero Kahlil Gibran no les preocupa. La gente le leerá como poeta, un hermoso entretenimiento, pero nada más.

Tienes la razón, y la razón tiene ojos, capacidad de pensar, de encontrar la pieza que encaja. Tienes el corazón con todas sus pasiones, el corazón sabe cómo cantar, cómo danzar, cómo amar. El corazón no puede generar ciencia y tecnología, así como la razón tampoco puede generar amor, paz, silencio, todas las cualidades que te hacen trascender la humanidad ordinaria. El corazón pude proporcionarte las alas para la trascendencia, es la puerta donde Dios puede ser encontrado. La razón es absolutamente incapaz de ello. Puede generar dinero, puede crear miles de otras cosas objetivas, pero no tiene la capacidad de entrar en tu mundo interior. Pero lo fundamental es que no tiene por qué haber ningún conflicto. La razón funciona en el mundo objetivo y el corazón funciona en el mundo subjetivo. Si estás alerta, meditativo, puedes conseguir un equilibrio entre ambos fácilmente.

La razón puede ver, pero por si sola la vista no sirve de mucho. El corazón puede sentir, pero por si sola la sensibilidad no sirve de mucho. ¿Podrían la vista y la sensibilidad dejar de ser adversarias y asociarse en la aventura de la búsqueda del significado de la vida? “Conozco el remedio…” viene a decirnos Kahlil Gibran. Sería el encuentro entre Oriente y Occidente, el encuentro entre la ciencia y la religión, el encuentro entre la lógica y el amor, el encuentro entre lo exterior y lo interior.

Ha habido y hay mucha gente en el mundo para las que comer, beber y ser feliz es su simple filosofía, para las que no hay vida después de la muerte, y Dios no es más que un invento de los astutos sacerdotes. “No malgastes el tiempo en cosas innecesarias, la vida es corta”. En Oriente también hay toda una amplia filosofía al respecto, bien articulada. Si se le presta atención, resulta muy convincente, y vienen a decir algo así: “No hay ninguna evidencia, ningún testigo ocular de ningún Dios, ni de ninguna vida después de la muerte; no hay ninguna evidencia o prueba de que tengáis un alma inmortal. No os dejéis atrapar por esas palabras, que sólo han sido creadas para originar un conflicto en vosotros, con el fin de os hagáis cristianos, hindúes, jainistas, budistas, musulmanes”.

En el polo opuesto, sobre todo en Oriente, ha habido y hay mucha gente que dicen que el mundo es ilusorio, sólo lo interno es lo real, y todo lo irreal es externo. “Así que no malgastes tu vida en deseos, en ambiciones, sólo son las mismas ensoñaciones. Utiliza el poco tiempo del que dispones para profundizar al máximo, y así puedas encontrar el templo de Dios, tu divinidad”. Si los escuchas, también parecen convincentes.

Es entonces cuando tienes un problema, porque es que resulta que llevas dentro ambas cosas. Si respetas ambas, podrás disfrutar lo que te ofrece el exterior. Y ofrece mucho. No es ilusorio. Necesitas multitud de cosas del exterior que no crecen en el interior, tendrás que conseguirlos en el exterior. Pero el exterior no puede existir sin el interior, son inseparables. Sería como una moneda con una sola cara. No hay necesidad de crear ningún conflicto. Los siglos nos han hecho separar enormemente ambas cosas. Y cuando conseguimos acercarlos y hacerlos uno, nos convertimos en hombres totales. Y esa totalidad es belleza, es felicidad, es verdad. Y nos hacemos conscientes de un espacio nuevo, deja de existir el conflicto entre razón y pasión, un espacio de silencio en el que comenzamos a ver algo del más allá: el espíritu.

Básicamente, somos un triángulo; razón, corazón y espíritu. Pero son muy pocas las personas que han llegado al espíritu, porque el campo de batalla entre las otras dos partes continúa. Por eso no hay tiempo para explorar. La razón tira de nosotros hacia fuera, y el corazón tira de nosotros hacia dentro. Es una extraña batalla que nos han impuesto aquellos que quieren mantenernos débiles, sin alma, como máquinas, robots. Y Kahlil Gibran nos lo dice: “… Si vuestras velas o vuestro timón se rompen, iréis sin rumbo, a la deriva… o bien os quedaréis parados en medio de un mar en calma”, que no es sino una forma de muerte antes de la muerte. Si optamos sólo por la razón, estaremos muy limitados, “…. Porque la razón, gobernando sola, es un confinamiento forzado…”. La mente no acepta lo ilimitado. Si optamos sólo por la pasión, que es el fuego de la vida, y la dejamos sin control y totalmente abandonada, terminará por destruirse a sí misma, cuando realmente puede servir para quemar los límites, para quemar la celda de la limitación, porque la pasión no conoce límites.

“… Así, pues, deja que tu espíritu exalte tu razón a la altura de la pasión, que pueda cantar, y deja que dirija tu pasión con razón…”, porque la razón sólo sabe de curiosidad, de duda, de preguntas, pero no sabe nada de cantar, danzar y celebrar, estas cosas pertenecen al corazón. Pero si el espíritu, si la consciencia logra unirlos, formarán pareja en una danza, en una armonía tan profunda que toda esa aparente dualidad desaparecerá. Y la desaparición de la dualidad es el comienzo de una nueva vida, sin conflictos, sin campos de batalla. Se trata del jardín del Edén perdido. No entrarás en él sólo por cumplir ciertas condiciones al ser cristiano, hindú, budista, judío o musulmán. Será él el que entre en ti, y lo hará en el mismo momento que desaparezca el campo de batalla.”



Poema de Kahlil Gibran comentado por el Maestro Osho titulado “Vuestro espíritu a menudo es un campo de batalla”:

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