Las 100 mejores películas sobre educación consciente


Nadie duda de la importancia de la educación para cualquier persona. El cine no es ajeno a este hecho y por eso abundan las películas sobre profesores entregados y alumnos rebeldes, donde unos y otros descubren que “pueden hacer de sus vidas algo extraordinario”.
A continuación, una lista de las mejores 100 películas ambientadas o relacionadas, de una u otra manera, con la educación y proceso de enseñanza-aprendizaje. Para alcanzar esta cifra los editores de Decine21, han abierto un poco el abanico y contemplado películas de diversos géneros: desde drama y comedia hasta policial y de terror.
En el listado que copiamos -con sus respectivos enlaces a las fichas técnicas elaboradas por Decine21- encontrarás películas que abordan no solo la realación clásica de un profesor con sus alumnos en las aulas, sino también docentes que dan clases particulares e incluso casos extremos de niños con capacidades diferentes.

La lista es amplia y variada. A disfrutarla.

1. El club de los poetas muertos
2. Diarios de la calle
3. Rebelión en las aulas
4. Mentes peligrosas
5. Profesor Holland
6. Cadena de favores
7. Música del corazón
8. Esta tierra es mía
9. Los chicos del coro
10. La versión Browning (1951)
11. La versión Browning
12. Billy Elliot (Quiero bailar)
13. Election
14. Adiós, Mr. Chips
15. Adiós, Mr. Chips (1969)
15. Ni uno menos
16. El hombre sin rostro
17. El profesor chiflado
18. Cielo de octubre
19. El rey y yo
20. Ana y el rey
21. Academia Rushmore
22. La calumnia
23. Esos tres
24. Hoy empieza todo
25. El milagro de Anna Sullivan
26. El club de los cinco
27. La lengua de las mariposas
28. Half Nelson
29. Madadayo
30. Elephant
31. Diario de un escándalo
32. Descubriendo a Forrester
33. Educando a Rita
34. El club de los emperadores
35. ¡Esto es ritmo!
36. La sonrisa de  Mona Lisa

37. Lecciones inolvidables
38. Tierras de penumbra
39. 187
40. You’re the One (Una historia de entonces)
41. Hijos de un dios menor
42. La soga
43. El sustituto
44. Matilda
45. Una rubia muy legal
46. Oleanna
47. El estudiante novato
48. El colegial
49. Semilla de maldad
50. Forja de hombres
51. La ciudad de los muchachos
52. The Faculty
53. Secuestrando a la señorita Tingle
54. Cero en conducta
55. Los cuatrocientos golpes
56. Ser y tener
57. Herencia del viento
58. El profe
59. El ángel azul
60. Lolita (1962)
61. Un yanqui en Oxford
62. El pequeño salvaje
63. La piel dura
64. Diario de un rebelde
65. La terrible miss Dove
66. Enséñame a querer
67. Semillas de rencor
68. Adiós, muchachos
69. Un lugar en el mundo
70. Pigmalión
71. My Fair Lady
72. Oliver Twist (1948)
73. Oliver!
74. El espíritu de la colmena
75. Un poeta entre reclutas
76. Jóvenes prodigiosos
77. Un puente hacia Terabithia
78. American History X
79. Escuela de rock
80. El camino a casa
81. Nacida ayer (1950)
82. Vidas contadas
83. Las diabólicas
84. Karate Kid
85. Ángeles sin paraíso
86. Bienvenido Mr. Marshall
87. Sonrisas y lágrimas
88. Una mente maravillosa
89. Harry Potter y la piedra filosofal
, y el resto de la saga

90. Vida de un estudiante
91. If…
92. Mad Hot Ballroom
93. Historias de la radio
94. Marty
95. Había un padre
96. Los primeros amigos
97. Machuca
98. Estación Central de Brasil
99. El indomable Will Hunting
100. El rey de la colina
Por Claudio Clarenc
http://portal.educ.ar/debates/sociedad/cultura-digital/las-100-mejores-peliculas-sobr.php

Adicción al Trabajo…





Dentro de las muchas caras del suicidio, tales como beber, drogarse, conducir a altas velocidades, que reciben mucha atención y algún rechazo social, resulta hoy necesario sacarle su careta de normalidad total a un modo de matarse que aparece totalmente oculto, dentro de la virtud socialmente aceptada de la laboriosidad.

La adicción al trabajo (exceso frecuente de esa virtud) es una compulsión, que a corto o largo plazo es autodestructivo. Al igual que las otras adicciones, no puede ser controlada voluntariamente por quienes la padecen.

El adicto al trabajo tiene señales internas de que algo anda mal en él. Mientras esto le está ocurriendo, recibe señales igualmente poderosas por parte de la sociedad que aplauden su conducta. Por cierto esta situación lo confunde.

La adicción al trabajo es un tipo de intento de suicidio particularmente silencioso, que tiene el arma cargada siempre al alcance de su mano. Se puede contribuir desde el lugar de terapeuta (o desde el de paciente) para desactivar un instrumento de muerte tan poderoso.

Existe una enfermedad muy insidiosa, que escondida bajo una inocente apariencia, avanza lenta y segura hacia su desenlace fatal. Se trata de la más poderosa de las adicciones modernas que, como tal, recibe diariamente el apoyo oficial de las iglesias, las organizaciones de bien público y los gobiernos. La adicción al trabajo, la principal conducta autodestructiva del presente, crece y agrega adictos a sus filas sin ser enfrentada por ninguna campaña de educación para la salud. La adicción al trabajo es aceptada sin discusiones por toda la sociedad. Lejos de recibir críticas, este tipo de adictos es premiado por la sociedad muy habitualmente: con el éxito y la muerte. 



La tendencia a trabajar en exceso, por encima de los propios límites y necesidades personales, por mera dependencia psicológica al trabajo, ha sido llamada también “el dolor que otros aplauden”.

En esta adicción aparece una creciente compulsión a trabajar, dentro de la cual hay que aumentar la dosis (horas de trabajo diarias) continuamente, para seguir logrando el efecto estimulante de la actividad sobre el estado de ánimo. Como resultado de esta adicción y de su creciente consumo de trabajo, la vida de las personas afectadas se torna cada vez más inmanejable.

El término “adicto al trabajo” o “alcoholista del trabajo” se utilizan para describir a todas las personas que hacen mucho: a quienes se apuran continuamente, están siempre ocupados o realizan muchas tareas permanentemente. Se trata de una adicción a la acción, en el sentido más estricto de la palabra. El tipo de acción puede variar y los adictos a veces parecen estar quietos y aún descansando. En esos momentos, seguramente su mente está trabajando a toda velocidad, resolviendo problemas, imaginando planes y tareas, etc., etc., etc. El tema y el lugar varían, la actitud es la misma.


Los mitos

Mito 1
“Los adictos al trabajo, trabajan todo el tiempo”
Respuesta:
Algunos adictos al trabajo, trabajan todo el tiempo. Otros se pegan grandes “atracones de trabajo” y luego paran. Algunos finalmente pueden ser verdaderos “anoréxicos del trabajo”. Lo que distingue al adicto al trabajo es el modo en que trabaja y no la cantidad y constancia de su trabajo.
Un adicto comenta: “Si yo estuviese todo el tiempo trabajando, mis amigos y mi familia no me lo permitirían. Es mucho más retorcido. Yo estoy sentado frente al televisor y pienso en mi trabajo. Estoy en el teatro, escuchando una sinfonía, y planeo mentalmente mi próximo trabajo. Me acuesto en mi cama y discuto mentalmente un problema con mi socio. De este modo nadie me acusa y puedo mantener oculta la droga que uso”.


Mito 2
“La adicción al trabajo sólo afecta a los ejecutivos y a los profesionales exitosos”
Respuesta:
Esta adicción afecta a todas las clases sociales y a las más diversas orientaciones laborales. Los casos más corrientes de adicción al trabajo se encuentran en las amas de casa. Los ejecutivos y los profesionales adictos no se detienen a descansar frente a ningún logro. Las amas de casa no suspenden su accionar frente al nivel más alto posible de brillo y orden a alcanzar.


Mito 3
“Nadie se ha muerto por trabajar demasiado”
Respuesta:
Resulta más difícil detectar los efectos sobre el corazón y el metabolismo del trabajo excesivo, porque estos adictos suelen además regular sus dietas y ejercicios. Sin embargo, muchos adictos al trabajo suelen padecer infartos y mueren a causa de ellos. Muchos otros mueren en accidentes de automóvil, donde son víctimas de su propio cansancio.
Es más, a la mayoría de ellos, no les interesa cuando se les informa de esta alta probabilidad de morir a causa de su alto nivel de autoexigencia. Si pudieran expresar lo que sienten, dirían: “Prefiero morir trabajando”. 


Mito 4
“La adicción al trabajo de sus empleados, es beneficiosa para las empresas”
Respuesta:
La mayoría de los adictos al trabajo son erráticos en su actividad y cometen muchos yerros. Cuando no es así y logran ser muy eficientes suelen enfermarse gravemente de todos modos, a causa de su adicción. Por tal motivo, terminan perjudicando la productividad. Cuando las empresas promueven la adicción al trabajo entre sus empleados, actúan con un criterio a muy corto plazo. Esta adicción, como cualquier otra, no favorece a nadie.


Mito 5
“Se trata de una adicción positiva”
Respuesta:
¿Quiénes piensan que es positivo? ¿la familia del adicto? ¿sus amigos cercanos? De ninguna manera. Todos ellos se sienten abandonados y no atendidos en sus necesidades afectivas y sociales. Todos ellos se sienten con mucho resentimiento y tristeza, debido a la pérdida continua de un ser querido.
Muchos directores de proyectos parecen estimular esta adicción, al igual que los ideales laborales de la sociedad, transmitidos (entre otros) por los medios de comunicación. Quizá la adicción al trabajo sea el caso más resonante de una forma de suicidio que recibe estímulo social. 


Mito 6
“Los alcohólicos al trabajo son felices”
Respuesta:
No es cierto que “todos los que llegan al éxito son felices”. Los adictos al trabajo dicen que ellos se “sienten felices cuando terminan con su trabajo”.
La trampa: su trabajo nunca termina. “Feliz!”, exclamó una adicta al trabajo en recuperación, “En mi familia se podía ser bueno, trabajador, productivo y generar orgullo en los seres queridos. Nunca escuché la palabra feliz”.


El perfil del adicto al trabajo


Se puede resumir el perfil del adicto al trabajo con cuatro características:


1. Adicciones múltiples: No existe ningún adicto que tenga una sola adicción. En particular, es común que la adicción al trabajo marche de la mano con la compulsión a complacer a los otros, con una extrema dificultad para decirles que no. 


2. Negación: Todas las adicciones se basan en la negación. La negación de la adicción al trabajo es quizás la más compleja. Dada la alta aprobación social que la conducta y sus consecuencias tienen para el adicto, le resulta muy difícil a éste tomar conciencia de su dificultad. 


Los adictos al trabajo dicen: “Ya sé que soy adicto al trabajo, pero podría tener una adicción mucho peor” o “Seguro que soy un adicto al trabajo, pero mire los beneficios que recibo…” 


3. Autoestima desregulada: Los adictos al trabajo tienen una autoestima devaluada o hiperinflada. Presentan muchas dificultades para aceptarse realmente como son… Están siempre realizando esfuerzos denodados por rendir más de lo que podrían naturalmente.

Es que, por estar convencidos de que los demás no podrán aceptarlos como son, los adictos al trabajo están siempre tratando de aumentar sus logros. 


4. Incapacidad para relajarse: Los adictos al trabajo funcionan bien con la adrenalina muy alta. Esta contínua descarga de adrenalina es una de las causas de su dificultad para relajarse. Tienen siempre una larga lista de tareas que necesitan ser realizadas. Dado que el trabajo es su gatillador, siempre pueden encontrar a mano una reserva con la que “estimularse” para segregar adrenalina. 


Como todas las adicciones, la adicción al trabajo ataca nuestra integridad espiritual y nos lleva a la quiebra de nuestra autonomía. Algunos adictos se experimentan “fuera de sus propios cuerpos”, mientras otros llegan a sentirse “fuera de sus vidas”. Porque su compulsión es una forma de no vivir, que resulta apenas distinta de la muerte.

Los adictos al trabajo saben que se están suicidando y, sin embargo, continúan su accionar eficaz sin detenerse. 




Recursos para salir , conocerse en profundidad , saber que motiva ese deseo e huir de lo que ocurre dentro de nosotros  ...





El reino de la felicidad existe...

 


“La felicidad interior bruta es mucho más importante que el producto interior bruto”



En el siglo IV a. C. un gran pensador, del que después diré su nombre en homenaje a mi hija, se hacía la siguiente pregunta: "¿Para qué ha de servir cualquier gobierno?". Y él mismo se respondía: "Para hacer feliz a su pueblo"...

Dos milenios y varios siglos después ¿en qué ideario de qué gobierno de qué país se hace mención a la felicidad?. La respuesta la he encontrado en prensa el pásado sábado y es en Bután.



Bután es un pequeño país enclavado en el lado oriental del Himalaya, entre China e India, con apenas 700.000 habitantes. El país con la democracia más joven del mundo (poco más de dos años) y con el monarca más joven sobre la faz de la tierra (28 años). Es curioso la forma en que llega la democracia a Bután y es porque el anterior rey, padre del actual, sorprendió a todos al manifestar que la Monarquía tenía muchos fallos y era hora de instaurar la democracia... (bueno, ésto es otra historia).

En el artículo 9 de su Constitución queda establecido lo siguiente: "Corresponde al Estado, el esfuerzo en promover las condiciones propicias para la consecución de la Felicidad Interior Bruta". Parece algo raro si lo comparamos con el PIB, del que todos hablamos porque es tangible, medible en cifras, cuantificable.
Se trata de un concepto tan sencillo como revolucionario que considera que ha llegado el momento en que las sociedades avanzadas dejen únicamente de medirse con baremos de índole material, para empezar a hacerlo con indicadores que cuantifiquen el grado de felicidad de sus ciudadanos.

La FIB (Felicidad Interior Bruta) que según Jigme Thinley, su primer ministro, es un concepto basado en la creencia de que el deseo último y más importante del ser humano es encontrar la felicidad. Ésta se alcanza cuando se equilibran las necesidades del cuerpo y la mente. Además responsabiliza al Estado de la obligación de ayudar al ciudadano a ser feliz, creando las condiciones básicas para cumplir el objetivo: salud, educación, estabilidad política, renta per cápita...

Este Señor que, acaba de participar en la Cumbre de la ONU sobre los Objetivos del Milenio, ha defendido que se incluya la felicidad como uno de esos objetivos. Hasta ahora ningún Gobierno ha expresado objeciones porque ¿quién podría estar abiertamente en contra de la felicidad?.

Habremos de dejar correr el tiempo para ver como se desarrolla esta "maravillosa idea", aunque soy de la opinión de que el mundo camina por otras rutas hacia otros parajes.
Antes de terminar, decir que Bután fue el último país del mundo donde llegó la televisión (año 1999)...Tal vez, tenga algo que ver.

Y una última cosa, como dije en homenaje a mi hija, el pensador que se hizo la pregunta clave fue Aristóteles.



“La felicidad interior bruta es mucho más importante que el producto interior bruto”



Cada vez más gente está dirigiendo sus miradas a un pequeño reino del Himalaya: Bután, una joven democracia a la que algunos llaman “el reino de la felicidad”. Se trata de un laboratorio vivo del que están surgiendo ideas y acciones que bien pueden servir de inspiración en un momento en que los líderes de las sociedades consumistas están faltos de ideas y soluciones a la crisis sistémica que nos acecha.
Según la descripción que hace el economista Jeffrey Sachs tras hacer una visita a Bután, “La economía agrícola y monástica de Bután fue autosuficiente, pobre y aislada hasta hace pocas décadas, cuando una serie de monarcas excepcionales empezaron a guiar al país hacia la modernización tecnológica (caminos, electricidad, atención médica moderna y educación), el comercio internacional (principalmente con la vecina India) y la democracia política. Lo que resulta increíble es la actitud reflexiva con la que Bután aborda este proceso de cambio y cómo el pensamiento budista guía esa actitud. Bután se formula el interrogante que todos deben formularse: ¿cómo se puede combinar la modernización económica con la solidez cultural y el bienestar social?”
Una fuerte tradición budista y el retraso en la modernización han permitido a Bután, un pequeño país de 700.000 habitantes encajado entre los dos Estados más poblados de la Tierra, la India y China, aprender de los errores de otros países y pasar de la Edad Media directamente al siglo XXI, sin cometer los errores de aquellos que se han centrado exclusivamente en el progreso económico. El modelo butanés no es exportable, pero sí que está siendo considerado una fuente de ideas y el laboratorio perfecto para muchos.


El rey visionario


 

Si tenemos que buscar al responsable del milagro butanés, pronto nos encontraremos a Jigme Singye Wangchuck, el padre del actual rey, considerado unánimemente como un sabio y visionario. En el año 1974, al ser coronado con tan solo 18 años, lo dejó meridianamente claro en su discurso: “La felicidad interior bruta es mucho más importante que el producto interior bruto”. Desde entonces, las decisiones políticas de Bután se toman en función de si conducen a la felicidad del pueblo, en vez de al puro crecimiento económico ciego, que guía a sociedades como la nuestra. Sus gobernantes se preocupan por las necesidades materiales de la población, pero también de las espirituales (no confundir con religiosas). La idea ha seducido hasta al propio presidente francés, Nicolás Sarkozy, que está trabajando en aplicar un índice de estas características en su país. Y premios Nobel de economía como Joseph E. Stiglitz avalan la idea.
Este pequeño país asiático ha sido el primero que ha cuestionado los indicadores económicos tradicionales, en concreto, el PIB.  Y han creado el indicador de la Felicidad Interior Bruta (FIB). Este revolucionario medidor tiene en cuenta factores como el acceso de los ciudadanos a la asistencia sanitaria, la conservación de los recursos naturales del país o el tiempo que puede disfrutar una persona con su familia. En definitiva, es un corte de mangas al dogma del crecimiento. En Bután están dotando a la fría economía de la calidez que aportan variables como la educación, el afecto o la fortaleza de los ecosistemas.
En el año 2005, Jigme Singye Wangchuck inició un proceso de democratización del país que lo convertiría en la monarquía constitucional que es hoy en día. Es curioso observar el proceso que llevó a este país que perseguía la felicidad a dotarse de democracia. Fue un empeño del rey, ya que la población no era partidaria de un cambio de régimen. Pero el monarca lo tenía claro. Y en 2008 se celebraron elecciones. Ganó el Partido de la Paz y la Prosperidad del actual primer ministro, Jigmi Thinley. Y Jigme Khesar Namgyel Wangchuck, de 28 años, hijo de Jigme Singye Wangchuck, se convirtió en el quinto rey de Bután, el primer monarca constitucional del país.


¿Cómo se mide la felicidad?

 


 

Llama la atención del proceso butanés el pensamiento sistémico que avala la toma de decisiones. Evidentemente este proceso trata de satisfacer las necesidades básicas de las personas, incluso tratan de combinar el crecimiento económico con la sostenibilidad ambiental, pero lo que realmente destaca es su interés por crear mecanismos que ayuden a los individuos a mantener su estabilidad psicológica en una era de incertidumbre y constante cambio.
El primer ministro de Bután, Jigme Thinley, explicó en el I Congreso Internacional de la Felicidad que todo su Gobierno centra sus esfuerzos en cuatro direcciones: desarrollo socio-económico igualitario y sostenible, conservación de la naturaleza, preservación de la cultura y el patrimonio cultural, y un gobierno responsable y transparente. Para lograrlo, entre otras acciones, el Gobierno hace una encuesta entre la población ordenada en los siguiente bloques:
1. Bienestar psicológico.
2. Uso del tiempo.
3. Vitalidad de la comunidad.
4. Cultura.
5. Salud.
6. Educación.
7. Diversidad medioambiental.
8. Nivel de vida.
9. Gobierno.
Y es feliz aquella persona que ha alcanzado el nivel de suficiencia en cada una de las nueve dimensiones. Los resultados de estas encuestas se emplean para orientar las políticas del Gobierno Butanés. Todo ello podría simplificarse diciendo que el Gobierno  ha asumido la responsabilidad de crear un entorno que facilite a los ciudadanos encontrar la felicidad.
Tal y como recoge un excelente reportaje publicado en El País por Pablo Guimón, “En el Mapamundi de la Felicidad, una investigación dirigida por el profesor Adrian White en la Universidad de Leicester (Reino Unido) en 2006, Bután resultó ser el octavo más feliz de los 178 países estudiados (por detrás de Dinamarca, Suiza, Austria, Islandia, Bahamas, Finlandia y Suecia), pese a tener un PIB per cápita muy bajo (5.312 dólares en 2008, seis veces menor que el español). Y en 2007 Bután fue la segunda economía que más rápido creció en el mundo. La educación, gratuita y en inglés, llega hoy a casi todos los rincones del país. Y un estudio recogía que el 97% de la población se declaraba “muy feliz” o “feliz” y sólo el 3% dijo no ser feliz”.


Hacia el verdadero turismo sostenible


 

En los años 70 empezaron a llegar los primeros turistas a Bután. Su filosofía es clara: quieren pocos turistas pero de calidad. Quieren evitar los desequilibrios ecológicos y sociales que, como bien sabemos por estas latitudes, provoca el turismo de masas.
Una de las apuestas económicas de futuro de Bután son las energías renovables, concretamente la hidráulica que producen los ríos que bajan del Himalaya. Esperan aumentar la exportación de energía a India en los próximos años.
Pero si por algo destaca Bután es por sus plantas medicinales. Es el paraíso para cualquier fitoterapeuta. Están trabajando en desarrollar una industria sostenible para exportar ese potencial. En el sistema de sanidad butanés existe la opción de elegir entre la medicina tradicional y la occidental.
Bután tiene mucho futuro, ahora que ha encontrado la vía de en medio.


Fuente: http://www.revistanamaste.com