La relación de pareja claves de crecimiento







¿Porqué elegimos emparejarnos? ¿Qué fuerzas nos impulsan a querer vivir al final con una pareja y compartir nuestra vida con ella?¿Cuales son las dificultades que siempre surgen?¿Cómo podemos resolverlas de una manera constructiva y consciente?. Estas son algunas de las cuestiones que abordamos en el siguiente Radio-Podcast. Nuevamente los Psicoterapeutas Luis Arribas y José Maroto se enfrentan a esta nueva inquietud y problemática social con la intención de arrojar luz y herramientas a otra de las cuestiones que tanto marcan el crecimiento de una sociedad. Hoy con un tema que le afecta en sus bases, las relaciones de pareja, como ejes de crecimiento personal y social. Parece ser que hay fuerzas que nos impulsan a emparejarnos, y en muchas ocasiones con el objetivo mayor de procrear y crear una familia. Pero algo tan bonito que surge de forma natural no parece traer inserta el manual de superación de los conflictos en la pareja. Desde Sanaemoción siempre apostamos por la idea de que TODO ES SUPERABLE, y por tanto este asunto de la pareja no es menos, tan solo otro reto para abordar con conciencia y comprender que debemos fijar algunas claves para que las relaciones sean procesos de crecimiento y no de destrucción. Esperamos que os guste y saquéis herramientas y claves para vuestra vida y como siempre esperamos vuestros comentarios, opiniones y sugerencias de abrazos abiertos ;-) Hasta Pronto! Sanaemocion.com 


Fuente: http://luisarribas.podomatic.com

Mujer en busca del ciclo perdido




Hoy es luna nueva. Negra, oscura, sangrante. Empieza mi ciclo menstrual. Paso a paso, retiro mi energía del mundo terrenal para centrarla en el mundo espiritual. Entro en la fase de la bruja, descrita por Miranda Gray como la etapa mensual donde se manifiestan la sabiduría y la estabilidad en la mujer. Momento para dormir, soñar, frenar el ritmo de la vida y escucharse a una misma.


¿ESTÁS ENFERMA?


El sistema represor al que estamos sometidas nos ha hecho asociar la menstruación al dolor, la impureza, la debilidad, el incordio, a la maldición. “¿Estás enferma?”, me preguntaba una amiga refiriéndose a si tenía la regla. Si estoy enferma lo lógico es que me someta a cuantos medicamentos existan: las píldoras anticonceptivas son un excelente método para regular el ciclo y paliar los dolores menstruales, diría cualquier experimentado ginecólogo. Para no correr el riesgo de que mi enfermedad se note puedo usar tampones invisibles y compresas odor fresh. Y por si todo esto no es suficiente, las últimas investigaciones científicas estadounidenses me ofrecen una píldora ya testada que elimina la menstruación durante ocho meses. La enfermedad, concepto creado por la medicina alopática, está muy lejos de entender todo lo que representa para una mujer su ciclo menstrual. La energía vital que nuestro cuerpo invierte en la gestación de lo que podría haber sido un bebé -la creación de 23 cromosomas que al unirse con los 23 masculinos crean el feto-… se deshace en sangre que ayuda a depurar nuestro organismo. En la antigüedad, las chamanas y curanderas utilizaban este “estado alterado de conciencia” para aportar al mundo claridad y conexión con lo divino, sostiene la antropóloga Casilda Rodrigáñez.


EL CICLO MES-TRUAL


A nivel científico, la regla actúa como un proceso de autolimpieza mensual que protege el aparato genital femenino y refuerza el sistema inmunológico, ya que la liberación de estrógenos potencia las defensas del organismo, aumentando la resistencia de los glóbulos blancos. A nivel psicológico, la doctora Northrup en su obra Cuerpo de mujer, sabiduría de mujer ha comprobado que el ciclo menstrual rige la información y la creatividad. Las mujeres atravesamos dos fases en nuestro ciclo lunar, según Northrup. La fase folicular, desde el principio de la menstruación hasta la ovulación, en la que el aumento del nivel de estrógeno acompaña un aumento de la actividad del hemisferio cerebral izquierdo, la cima de la expresión del mundo exterior; y la fase lutea, que transcurre desde la ovulación hasta el principio de la menstruación, donde entramos en un estado de evaluación y reflexión en el que se activa el hemisferio derecho, el relacionado con la intuición, con la sensibilidad y el saber interior.


TODAS MIS MUJERES


En Luna roja: los dones del ciclo menstrual, Miranda Gray asocia cuatro arquetipos femeninos a las cuatro fases del ciclo lunar: la doncella, la madre, la hechicera y la bruja. Si estuviéramos en sintonía con los tiempos naturales de la luna, a todas las mujeres nos vendría la regla con la luna nueva y ovularíamos con la llena. Ser conscientes de esto, llevar una buena alimentación y eliminar píldoras anticonceptivas y otros elementos que nos esclavizan al sistema sería suficiente para que, según la autora, nuestro ciclo se autoregulara. La doncella se manifiesta en la luz y claridad de la luna creciente. Lugar en el que la mujer es más dinámica y enérgica, es un momento ideal para empezar nuevos proyectos. Después, una es madre en la intensa luz de luna llena. Durante la ovulación, bajo la influencia de este arquetipo, las mujeres experimentamos una expansión interna y externa del amor, nos centramos en los demás seres, somos capaces de alimentar, proteger y dar sustento. Según Gray, esta es la mujer que nuestra sociedad ha desprestigiado, degradando la figura del cuidado y la entrega y enalteciendo a la doncella, radiante siempre fuera de casa. El misterio y la pasión de la hechicera se presentan con la luna menguante. Empezamos a descender a las naturalezas femeninas más internas: la sexualidad, el magnetismo, la atracción, la magia, la creatividad, la conciencia, la ensoñación. Finalmente, en luna nueva vuelve la bruja con el sangrado de vida, que como el invierno y el negro, busca lugar en la introspección.


MADRE HERIDA


“Además de conocernos y sanarnos a nosotras mismas es nuestro deber sanar la Tierra”, apuntaba Nora Díaz, abuela invitada al 4º Encuentro de Mujeres para Sanar la Tierra y mensajera de los mamos. Los mamos son las autoridades espirituales de los kogi y arhuacos, comunidades indígenas que viven en la Sierra Nevada de Santa Marta (para ellos, el “corazón del mundo”) y dedican su jornada a la limpieza espiritual de su territorio -hoy día terriblemente amenazado- y de la Tierra entera.


Con “sanar la Tierra” Nora Díaz se refiere a recuperar los lugares sagrados de cada territorio, actualmente desconocidos no sólo en América sino en todo el planeta. “Todo en este mundo tiene un padre y una madre -cuenta Nora- y quien está herida ahora es la madre, la parte femenina del mundo”. Para los mamos, la mujer es el pensamiento: lo primero en la creación, el vínculo directo con la Tierra. “El territorio corresponde a las mujeres, como también les corresponde hacer cumplir la ley natural”. Para ello, es imprescindible recuperar la educación de nuestros hijos, sostiene esta sabia mensajera de los mamos. Para ella, la enseñanza formal con sus rígidos programas de estudio occidentales han alejado al niño del ambiente materno/familiar y, en consecuencia, su comportamiento es clónico al de la sociedad dominante.


“El futuro es incierto, lo que está atrás es lo que contiene el conocimiento y así es como se puede conservar la Tradición; con la Tradición se conserva la cultura que es la que nos dice cómo conservar la Naturaleza”. Según Nora, las conquistas sociales de la mujer del siglo XXI son un engaño, la mujer tiene que volver a valorar sus cualidades naturales, y el hombre también tiene que sanar su parte femenina. “El desequilibrio es de todos”.


ENCUENTRO PARA SANAR LA TIERRA


Con esta profundidad hablaban todas las abuelas llegadas de distintas partes de Latinoamérica. Cada una traía un mensaje diferente, algunas procedían de comunidades indígenas, otras venían directamente de Buenos Aires u otras ciudades. Pero en algo estaban todas de acuerdo: en el cambio que estamos viviendo las mujeres tienen que recuperar el poder perdido. “No se trata de volver al matriarcado, eso ya pasó hace 5.000 años -aseguró Kita Ka- así como también está acabando el patriarcado. Lo que viene ahora es la unión entre lo femenino y lo masculino”.


Entre danzas circulares, respiraciones ováricas y paseos por el Río San Marcos, transcurrieron los cuatro días del encuentro, que culminó en un gran círculo de 300 mujeres que rodearon como un útero a los hombres presentes, los cuales, en un acto casi ritual, se arrodillaron y pidieron perdón a la mujer y le dieron las gracias por la vida. Entre las talleristas, no puedo dejar de mencionar a Angelina Ataide, portuguesa residente en Brasil, que lleva dos años viviendo de luz. No sólo ella, sino toda su familia y muchas personas de su comunidad, Piracanga, en la que están creando “un nuevo mundo”. Según esta mujer no es necesario ingerir alimentos sino que podemos alimentarnos directamente del origen, el sol, tomando real conciencia de nuestra respiración y de los seres de luz que nos acompañan.


Paloma Awiman, de Perú, que parecía la más anciana de todas y que sólo hablaba su lengua ancestral, hizo una ceremonia del tabaco que acompañó con unos cantos y rezos que emocionaron todas las almas allá reunidas.


PUTA YO, PUTA TU MADRE


La sexualidad de la mujer también fue un tema primordial en el encuentro. Según los mamos, el estallido de volcanes es un síntoma de las relaciones sexuales tóxicas en la Tierra. No podemos pasar por alto la historia de sufrimiento y dolor que la mujer ha grabado en su cuerpo y en el inconsciente. Latinoamérica, en particular, fue poblada por hombres conquistadores que cuentan como sus mayores hazañas la cantidad de indias que violaban cada noche. Pero la represión es global. España tiene el índice más alto de Europa con 60.000 abortos voluntarios al año (cifras oficiales, seguramente muchos más) y la mayoría, mujeres entre 18 y 24 años. Kita Ka alertó: “El aborto hace abortar. Trae consecuencias nefastas para la mujer y también para el hombre”.


La prostitución es otro síntoma más del desequilibrio entre masculino y femenino. No es síntoma de liberación ser una “trabajadora sexual”, sino fruto del patrón instaurado que clasifica el cuerpo de la mujer como una mercancía. “Puta yo, puta tu madre”, es uno de los gritos de la manifestación que está dando vueltas al mundo, la Marcha de las Putas, refiriéndose a que todas somos putas, pero no vendemos nuestro cuerpo. Todas tenemos una “puta interior”, como dice la mexicana Ana Silvia Serrano, que manifiesta la naturaleza salvaje que las mujeres llevamos dentro. Ampliar el concepto de puta para trascender el insulto que todas sufrimos. Puta, porque no puede seguir siendo cierto que tres de cada diez mujeres nunca hayan sentido un orgasmo (cifras de Argentina).


La mujer es símbolo de la madre nutricia, de la tierra, de la abundancia, de la alimentación, de la creación en sí misma. Pero también es una representación del deseo y el placer sexual, del cuerpo, de la tierra. Esto ni es impuro ni característico de inferioridad espiritual del hombre, como nos intentaron hacer creer con Maria Magdalena o con Eva y la manzana. Y nuestra “puta interior” ni por asomo se acerca a las chicas de plástico que enseñan sus escotes por la televisión.


BLOQUEAR NUESTRA SEXUALIDAD PARA CONSTRUIR PODER


LA ANTRÓPÓLOGA CASILDA RODRÍGAÑEZ DICE...


“En la especie humana para establecer una sociedad de esclavos/as y de acumulación de poder, había que cambiar el ser humano, cortarle las raíces; lo que quiere decir, bloquear su sexualidad para disminuir su vitalidad, introducir un estado de carencia y de necesidad. Esto se consigue eliminando la sexualidad materno-primal, una verdadera castración que se inflige a todas las criaturas humanas. Entonces, eliminada la sexualidad básica y establecido el estado de carencia, se organiza un chantaje emocional y sistemático para irnos llevando adonde se nos quiere llevar (se aprende a obedecer para ser aceptados/as y sobrevivir); este chantaje subyace en todo el proceso de socialización -que en realidad es una domesticación. Vivir en función de los deseos hace un ser humano libre, lleno de fuerza, iniciativa, etc.; pero el vivir en la carencia y en la necesidad, bloqueado el desarrollo anímico y sexual, nos lleva al estado de sumisión. Por eso es tan importante la madre: ahí es donde se cortan las raíces de la vida humana. San Agustín dijo: "Dadme otras madres y os daré otro mundo". En lugar de una maternidad que organiza la expansión del erotismo y del placer y del complacer a las criaturas, con una madre cuya pasión es el bienestar de su prole (que es para lo que sexual y fisiológicamente estamos preparadas), se construye una maternidad patriarcal de madres que 'aman' con el corazón en el mejor de los casos, pero no con la tripas. Madres frías, distantes, capaces de dejar a los niños llorando; madres insensibles a los deseos e indiferentes al sufrimiento de las criaturas. Por eso se destruye la sexualidad de la mujer, para cambiar la maternidad. Se somete a la mujer para organizar una procreación en la asepsia libidinal, con cuerpos de mujer privados de sus deseos y de su sexualidad”.



Autoría: Iara Houghton

Fuente: El Blog Alternativo





Ritos menstruales en la tradición histórica

Por Adriana Filgueiras

La intención de este artículo es ir reuniendo diferentes rituales y ceremonias que se celebran o celebraban en distintas culturas, para que abramos nuestra percepción y nuestra manera de vivir el período menstrual como un momento “sagrado” o al menos como un momento especial dentro de nuestra percepción del tiempo. La idea no es repetir de modo infantil lo que otros han hecho o hacen, sino más bien leer material histórico, antropológico, para ir teniendo durante nuestros ciclos una conciencia propia, lograr una nueva conexión con nuestro cuerpo y nuestra intuición durante las sucesivas menstruaciones.
De modo que invito a quienes conozcan rituales de alguna tradición, por favor lo incluyan al pie del artículo como “comentario”.

Actualmente tenemos vinculada la sangre menstrual a algo digno de ocultar, al uso de tampones de discreta y rápida eliminación, y que nos otorgan una elegante distancia y negación del hecho de menstruar, del hecho de sangrar.
Nuestra sangre es motivo de vergüenza y ocultamiento. Estamos siendo fuertemente presionadas a vivir “como hombres”, es decir de una manera lineal, esforzándonos por sentirnos todo el mes igual, sin cambios, sin sorpresas, sin ciclos, como si no tuviéramos a nuestro favor por lo menos cuatro cambios hormonales que nos afectan enteramente, tanto en nuestro rendimiento intelectual como en nuestro registro afectivo y espiritual. Todo el diseño de la propaganda de insumos vinculados a la menstruación nos incitan a sentirnos “igual que siempre” y a estar “siempre libres”, haciendo una alusión indirecta a no sé qué “falta de libertad” implícita en el hecho de menstruar. El colmo lo representó una propaganda difundida en estos países del sur, en la que para mostrar la absorción de las toallas femeninas se usaba un líquido azul. Y esto implica una fuerte negación, de tremendas consecuencias, de lo más rico y fuerte de nuestra naturaleza femenina: los ciclos. 
Pero no siempre fue así, en tiempos antiguos (y aún hoy en la tradición tántrica y en algunas tribus que viven con cierto grado de aislamiento) la sangre menstrual es considerada un sacramento.
De hecho la palabra ritual proviene de RTU, que en sánscrito significa menstruación. De allí podemos inferir que tal vez la primera sangre utilizada en antiguos rituales fuera la menstrual, ya que es la única sangre que podemos obtener de un modo ético y sin provocar daño físico.
Y también podemos deducir que el hecho de menstruar es el rito más cotidiano que las mujeres “celebramos”.
Según dice Lara Owen en su libro (recomendado en esta sección) se creía que la sangre del útero que nutría al bebé que estaba por nacer poseía “maná”, poder mágico. Y las mujeres eran consideradas un nexo de conexión con el misterio sagrado de la vida y la muerte.
En la tradición norteamericana (sioux, lakotas, sénecas) se llamaba “período de la luna” a la menstruación ya dando cuenta de la relación entre los ciclos de la luna y los ciclos hormonales femeninos. Así como la luna afecta las mareas y el comportamiento de los líquidos, afecta los fluidos del cuerpo. Una mujer cuando menstruaba se la consideraba en su momento más poderoso física y espiritualmente. “El reposo durante la menstruación era considerado imprescindible para que la persona pueda estar concentrada en los planos espirituales adquiriendo sabiduría”. Ese reposo tiene lugar en una tipi especial llamada “la tienda de la Luna”. Allí todas las mujeres que están menstruando hacen su retiro y se dedican a hacer artesanías, cantar, rezar, meditar o simplemente descansar en busca de su visión. Para ellos durante la menstruación ocurre el despertar de la mujer. Lara Owen dice al respecto que según esta tradición “la mujer menstruando está en el auge de sus poderes y no debe desperdiciarlos en tareas mundanas, al contrario, todas sus energías deben ser dirigidas para la meditación concentrada”. Para profundizar en este tema hay un capítulo interesante en el libro “As cartas do caminho sagrado” de Jaime Sams (no sé si existe edición en castellano), que se llama justamente “La tienda de la Luna”, al que pueden consultar.
Para los indios kogis, una sociedad precolombina que sobrevive en algún lugar secreto de la Sierra colombiana, y mantiene casi incambiadas sus costumbres ancestrales el mundo fue creado por la Gran Madre mientras menstruaba: “su sangre es oro y ella permanece en la tierra, es fertilidad”. Muchas otras tradiciones toman este ritual de sangrar durante la menstruación en la tierra como símbolo de reconexión con la Madre, y donación de algo bueno y nutritivo. En la tradición egipcia la joven menstruaba sobre un poco de musgo de la orilla del río, por ejemplo.
Para los lamas tibetanos la primera menstruación de una joven era la medicina más potente de la comunidad.
Se dice que el lunar rojo que las hindúes se pintan a la altura del entrecejo (en el “tercer ojo”) simboliza la visión que las mujeres adquirimos durante el sangrado menstrual.
De hecho en las tribus norteamericanas cuando la comunidad estaba por tomar una decisión importante a veces se esperaba que las mujeres salieran de su retiro de la Tienda de la Luna para conocer sus visiones del futuro.
Actualmente los shuar (de la selva ecuatoriana) también mantienen un ritual que llaman “pago a la tierra”. Este es un ritual que se realiza una sola vez en la vida, idealmente cerca de la primera menstruación, aunque puede hacerse a cualquier altura de la vida, e incluso luego de la menopausia también las mujeres lo pueden realizar acompañando a alguna mujer que aún esté en su ciclo, claro que sin entregar sangre a la tierra. Es un ritual complejo, con mucha preparación y que continúa con la construcción de un altar para recordar lo sagrado de ese momento. Cuando comienza la menstruación, se dejan gotas de sangre sobre todo el conjunto de ofrendas que muy cuidadosa y detalladamente hay que recoger con determinada intención y “pedidos”.
Al rezar durante la ceremonia se pide con la reconexión con la madre tierra y que el ciclo menstrual esté alineado con los ciclos mayores de la vida, de ese modo “despertamos una memoria en el cuerpo que recuerda que está unido al resto de la naturaleza de una manera armónica”, según palabras de un curandero shuar. (Prefiero no dar los detalles porque éste ritual me lo enseñó un chamán shuar y no tengo autorización suya para divulgarlo).

 
 
http://rojomenstrual.blogspot.com.es/2013/01/ritos-menstruales-en-la-tradicion.html