LA DEPENDENCIA: EL CULTIVO DEL DESAPEGO

¿Alguna vez ha investigado usted el problema de la dependencia psicológica? Si lo investiga a fondo, hallará que casi todos somos terriblemente solitarios. La mayoría de nosotros tiene mentes muy superficiales y frívolas. Muy pocos sabemos qué significa amar. Así, a causa de esa soledad, de esa insuficiencia, de esa privación vital, estamos apegados a algo, apegados a la familia; dependemos de ella.

Y cuando la esposa o el marido nos vuelven la espalda, cuando se apartan de nosotros, nos sentimos celosos. Los celos no son amor; pero el amor que la sociedad admite en la familia se considera respetable. Eso es otra forma de defensa, otra manera de escapar de nosotros mismos. Por lo tanto, la resistencia en cualquiera de sus formas engendra dependencia. Y una mente que depende jamás puede ser libre.

Ustedes necesitan ser libres, porque verán que una mente libre contiene en sí la esencia de la humildad. Esa mente libre y, por consiguiente, humilde, es la que puede aprender; no así una mente que ofrece resistencia. El aprender es algo extraordinario; aprender, no acumular conocimientos. Acumular conocimientos es una cosa por completo diferente. Lo que llamamos conocimiento es comparativamente fácil, porque es un movimiento de lo conocido a lo conocido. Pero aprender es un movimiento desde lo conocido a lo desconocido. Sólo así aprende uno, ¿verdad?


Jamás cuestionamos el problema de la dependencia

¿Por qué dependemos? Psicológicamente, internamente, dependemos de una creencia, de un sistema, de una filosofa; pedimos a otro que nos indique una forma de conducta; buscamos instructores para que nos muestren un estilo de vida que pueda brindarnos cierta esperanza, cierta felicidad. Así, siempre vamos en busca de alguna clase de dependencia, de seguridad, ¿no es así? ¿Puede la mente liberarse alguna vez de este sentido de dependencia? Lo cual no quiere decir que la mente deba tratar de alcanzar la independencia; eso es sólo la reacción a la dependencia. No hablamos de independencia, de libertad con respecto a un estado en particular. Si somos capaces de investigar sin la reacción que implica el procurar librarnos de un estado particular de dependencia, entonces podemos penetrar más profundamente en ello [...]. Aceptamos la necesidad de la dependencia, decimos que es inevitable. Jamás hemos cuestionado todo el asunto, por qué cada uno de nosotros busca alguna clase de dependencia. ¿No es porque, en el fondo, lo que realmente exigimos es permanencia, seguridad? Hallándonos en un estado de confusión, anhelamos que alguien nos saque de esta confusión. Por eso, estamos siempre interesados en cómo escapar del estado en que nos encontramos, o en cómo evitar tal estado. En el proceso de evitarlo, estamos obligados a crear alguna clase de dependencia, la cual se convierte en nuestra autoridad. Si para nuestra seguridad, para nuestro bienestar interno, dependemos de otro, esa dependencia da origen a innumerables problemas; y entonces tratamos de resolver tales problemas, los problemas del apego. Pero jamás cuestionamos, jamás investigamos el problema de la dependencia misma. Quizá si pudiéramos, inteligentemente, con plena percepción alerta, investigar esta cuestión, seríamos capaces de descubrir que la dependencia no es en absoluto el problema, que ella es tan sólo un modo de escapar de un hecho más profundo.



Hay un factor más profundo que nos hace depender

Sabemos que somos dependientes; dependemos, ya sea de nuestra relación con la gente, o de alguna idea, o de un sistema de pensamiento. ¿Por qué?

... En realidad, no creo que la dependencia sea el problema; pienso que hay algún otro factor más profundo que nos hace depender. Y que si pudiéramos descubrirlo, tanto la dependencia como la lucha por librarnos de ella significarían muy poco, y todos los problemas que surgen a causa de la dependencia se disiparían. Entonces, ¿cuál es el factor más profundo? ¿Es que la mente detesta, teme la idea de estar sola? Y ¿conoce la mente ese estado que ella procura evitar? En tanto ese sentimiento de soledad no sea realmente comprendido, percibido, investigado, disuelto ‑cualquiera que sea el nombre que prefieran usar-, en tanto permanezca, la dependencia es inevitable, y uno jamás puede ser libre; uno jamás podrá descubrir por sí mismo aquello que es verdadero, aquello que es religión.


Tornarse profundamente alerta

La dependencia pone en marcha el movimiento de desapego y apego, un constante conflicto que no comprendemos y del cual no podemos liberarnos. Usted debe tornarse consciente del proceso de apego y dependencia, percibirlo sin condenarlo, sin juzgarlo, y entonces percibirá el significado del conflicto de los opuestos. Si se torna profundamente alerta y conscientemente dirige el pensamiento para comprender el sentido pleno de la necesidad, de la dependencia, su mente consciente estará abierta y lúcida al respecto; entonces la subconsciente, con sus motivos ocultos, sus búsquedas e intenciones, se proyectará en la consciente. Cuando ocurre esto, usted debe estudiar y comprender cada insinuación del subconsciente. Si lo hace muchas veces y llega a percibir las proyecciones del subconsciente, después de que lo consciente ha considerado el problema de la manera más clara posible, entonces, aun cuando conceda su atención a otros asuntos, lo consciente y lo subconsciente resolverán el problema de la dependencia o cualquier otro problema. De este modo, se ha establecido una constante percepción alerta, la cual, con paciencia y delicadeza, dará origen a la integración; y si su salud y su dieta son las correctas, esto generará a su vez la plenitud del ser.


La relación

La relación basada en necesidades mutuas sólo trae conflicto. Por interdependientes que seamos, nos usamos el uno al otro para un propósito, para una finalidad. Con una finalidad en perspectiva, la relación es inexistente. Usted puede usarme y yo puedo usarle. En esta utilización perdemos contacto. Una sociedad basada en la utilización mutua de sus miembros es el fundamento de la violencia. Cuando nos usamos el uno al otro, sólo tenemos la imagen del fin que deseamos obtener. El fin, el provecho, impide la relación, la comunión. En el uso que hacemos de otro, por satisfactorio y confortador que pueda ser, siempre hay miedo. Para evitar este miedo, tenemos que poseer. A causa de esta posesión, surgen la envidia, la suspicacia y el conflicto constante. Una relación así jamás puede ser fuente de felicidad

Una sociedad cuya estructura se basa en las meras necesidades, ya sean fisiológicas o psicológicas, tiene que engendrar conflicto, confusión y desdicha. La sociedad es la proyección de uno mismo en su relación con otro, relación en la que la necesidad y el uso mutuo son predominantes. Cuando usted usa a otro para sus propias necesidades físicas o psicológicas, en realidad no hay relación en absoluto; usted no tiene un verdadero contacto, una comunión verdadera con la otra persona. ¿Cómo puedo tener una comunión con el otro, cuando el otro es utilizado como un mueble para mi propia conveniencia y comodidad? Así pues, es esencial comprender el significado de la relación en la vida cotidiana.


El «yo» es la posesión

El renunciamiento, el autosacrificio, no es un gesto de grandeza para ser exaltado y copiado. Poseemos porque sin la posesión nada somos. Las posesiones son muchas y muy variadas. Uno que no posee cosas mundanas puede estar apegado al conocimiento, a las ideas; otro puede estar apegado a la virtud, otro a la experiencia, otro al nombre y a la fama, etc. Sin posesiones, el «yo» no existe; el «yo» es la posesión, los muebles, la virtud, el nombre. En su miedo a no ser, la mente se apega al nombre, a los muebles, al mérito; y abandonará estas cosas con el fin de alcanzar un nivel superior, siendo eso superior lo más gratificante, la más permanente. El miedo a la incertidumbre, a no ser, contribuye al apego, a la posesión. Cuando la posesión es insatisfactoria o penosa, renunciamos a ella por un apego más placentero. La máxima posesión satisfactoria es la palabra Dios, o su sustituto, el Estado.

... En tanto tenga uno renuencia a ser nada, que es lo que ocurre con ustedes, debe inevitablemente engendrar dolor y antagonismo. La buena disposición a ser nada no es una cuestión de renunciamiento, de esfuerzo interno o externo, sino de ver la verdad de lo que es. El hecho de ver la verdad de lo que es nos libera del miedo a la inseguridad, del miedo que engendra apego y nos lleva a la ilusión del desapego, de la renunciación. El amor a lo que es, es el principio de la sabiduría. Sólo el amor comparte, sólo en el amor hay comunión; pero el renunciamiento y el autosacrificio son los caminos del aislamiento y de la ilusión.


Explotar es ser explotado

Dado que la mayoría de nosotros busca el poder en una forma u otra, se establece el principio jerárquico: el novicio y el iniciado, el discípulo y el Maestro, y aun entre los Maestros hay rangos de desarrollo espiritual. A casi todos nos gusta explotar y ser explotados, y este sistema ofrece los medios, tanto los ocultos como los evidentes. Explotar es ser explotado. El deseo de usar a otros para nuestras necesidades psicológicas contribuye a la dependencia, y cuando uno depende, debe retener, poseer; y aquello que poseemos nos posee. Sin la dependencia, sutil o grosera, sin poseer cosas, personas e ideas, uno se siente vacío, siente que carece de importancia. Uno quiere ser algo, alguien, y para evitar la roedura del miedo a ser nada pertenece a ésta o a aquella organización, a esta iglesia o a ese templo. Así es uno explotado y, a su vez, explota.


El cultivo del desapego
Sólo existe el apego; no hay tal cosa como el desapego. La mente inventa el desapego como una reacción a las penas del apego. Cuando reaccionamos al apego volviéndonos «desapegados», nos apagamos a alguna otra cosa. Por lo tanto, todo ese proceso es un solo proceso de apego. Nos apagamos a nuestra esposa o a nuestro marido, a nuestros hijos, a las ideas, a la tradición, a la autoridad y demás; y nuestra reacción a ese apego es el desapego. El cultivo del desapego es la consecuencia del dolor, de la pena. Queremos escapar del sufrimiento que genera el apego, y nuestro escape consiste en encontrar algo a lo que pensamos que podemos apegarnos. Así que sólo existe el apego, y es una mente tonta la que cultiva el desapego. Todos los libros dicen: «Desapégate», pero ¿cuál es la verdad en esto? Si uno observa su propia mente, verá una cosa extraordinaria: que al cultivar el desapego, la mente termina por apegarse a alguna otra cosa.



Jiddu Krishnamurti

SAWABONA:CUANDO TE JUZGO ME JUZGO



En realidad somos muy poco conscientes de cómo funciona nuestra mente y su mecanismo de superviviencia llamado Ego : el ego es un programa caracterizado por estar formado de creencias, ideas sobre la realidad que creemos ciertas .
Estás creencias soterradamente están bañadas de juicios : declaraciones de aadecuación o inadecuación de la conducta ajena o  propia etc...
Vivimos creyendo que los otros son nuestros juicios , ponemos etiquetas según estás creencias limitadas y sesgadas sobre los demás y vivimos convencidos de que son como creemos.

""Lo que dice Juan de Pablo habla más de Juan que de Pablo "

Lo cierto es que la mismisima ciencia ha constatado ya esté hecho ; vemos lo que nos interesa ver .


*En el libro titulado Gottesgedanken (Divinas reflexiones), de Bert HELLINGER, escribe:

Hitler: Algunas personas consideran que tú eres inhumano,como si nadie jamás hubiese merecido tal calificativo.
Veo en ti lo mismo que veo en mí mismo,es decir, a un ser humano con padre y madre, y con un destino extraordinario.

¿Acaso así te vuelves más grandioso o más pequeño?¿Eres mejor o peor?Porque si tú eres más pequeño, entonces yo también lo soy. Si tú eres mejor o peor, entonces eso soy yo…
¿Me es permitido amarte, entonces?
Así, no puedo sentir lástima por ti pues tu ascenso y tu caída poseen su origen en una misma causa que es la mía. Yo la venero en ti de igual manera que en mí mismo, y me rindo ante todo lo que ella trajo para mí, cual de la misma forma ella lo haya traído para cualquier otro ser humano.

*Es decir, habla de lo que proyectamos nosotros en Adolf Hitler y que a muchos les asusta reconocer esa parte oscura que todo ser humano tiene, hayas matado o no.

Desde que nacemos somos programados para emitir juicios supuestamente en pos de nuestra protección .Todo aquello que desconocemos ,consideramos una amenaza o bien no va a favor de nuestros intereses es considerado malo versus lo propio que adquiere el apelativo de bueno o correcto.

La trampa está en que todo aquello que yo haga o deje de hacer será juzgado también con el mismo prisma y al final me convierte en víctima sufriente de mi propia programación .


Al observar todos esos rasgos reprimidos mediante la programación cultural etc en mi trato de reprimirlos porque me han enseñado que conllevan un alto precio , un gran sacrificio y un castigo terrible y doloroso :se generá en mi así la culpa , un virus de la programación que utiliza nuestro ego para perpetuar el programa de sufrimiento colectivo y basado en el pecado original ( la especie humana es incorrecta , tanto que el mismisimo Dios nos expulsó y ahora vagamos por la vida sin más remedio que sufrir ). Lo cierto que visto así desde esta perspectiva el mismisimo infierno está en la tierra condenandonos a todos por erroneos e incorrectos y en busca de un perdón clemente que sólo llegará si somos buenos . La controversia acontece cuando buscamos esa verdad o peor la aceptamos como tal sin cuestionarla ; existen millones de verdades , cada religión , cada credo , cada cultura cada grupo tiene o cree tener la verdad .

Lo real es que cuando uno investiga dentro de si , se da cuenta del programa y su inutilidad y trabaja para observarlo y trascenderlo y es entonces cuando encuentra la verdad, hasta entonces los juicios nos impiden ver que hay detrás de las apariencias: Descubres que no hay maldad pero sí que la inconsciencia , la ignorancia de cómo funciona el programa de culpa y sufrimiento es la verdadera razón de que el mundo esté como esté y el ser humano viva alejado de su verdadera naturaleza :Amor. conciencia y vida .



Existe una tribu africana donde sus miembros viven con una gran sabiduría y muy cercanos a nuestra verdadera naturaleza :si alguien hace algo incorrecto,llevan a la persona al centro del pueblo donde la tribu se reune entorno a él y durante dos días le dicen lo bueno que él ha hecho.
La tribu cree que cada persona es buena pero algunas veces la gente comete errores,que en realidad es un grito de ayuda .Ellos se unen para reconectarlo con su verdadera naturaleza.
La persona una vez conectada con su verdadera naturaleza Dice :Sawabona
 

Sawabona es la palabra clave, es un saludo usado en Sudáfrica y decir: "Te respeto, te valoro. Tú eres importante para mí "

En respuesta la persona que agravió, contesta "shikoba" , que es: "Entonces, yo existo para ti".



En conclusión el mundo no es como crees que es sino como tú eres , si juzgas te juzgas.
 
Soraya Founty

Más allá de la inteligencia emocional.




“El ser humano lleva millones de años viviendo en el planeta Tierra. La mayor parte del tiempo la relación con su mundo afectivo, de forma similar a su relación con el medio externo, no ha sido demasiado equilibrada. Tenemos muchos indicios de ello: insatisfacción, insomnio, irritabilidad, represión, explosiones emocionales, fatiga, estrés y enfermedades psíquicas. También tenemos muchos signos de desequilibrio social que lo indican: la violencia y agresividad de unos contra otros, la falta de solidaridad entre los seres que compartimos el planeta, las prisas, la tensión, el egoísmo, los sentimientos generales de soledad y de infelicidad, y tantas otras señales que nos llevan a pensar que estamos realizando una gestión incorrectade nuestro mundo emocional, de forma similar a la que estamos haciendo con los recursos del planeta.”

Así definen Mercè Conangla y Jaume Soler, dos especialistas en inteligencia emocional y con una amplísima experiencia profesional en el tratamiento y la orientación psicológica, los principios de la “ecología emocional”. Para ellos, buena parte de los conflictos de las personas en el mundo actual tienen un paralelismo con los problemas ecológicos. Al igual que se hace un mal uso de los recursos naturales, el hombre está utilizando de forma incorrecta sus propios recursos: las emociones. Pero, para Conangla y Soler, hay caminos para volver a ser “ecológico” y alcanzar la armonía con uno mismo y con las personas que le rodean: familia, hijos, pareja, amigos, sociedad... Todos los sentimientos e impulsos humanos, de la pasión al odio pasando por la ansiedad, pueden ser gestionados de forma adaptativa e inteligente. El primer paso es saber qué nos está pasando: existen unas leyes de la “ecología emocional”, semejantes a las leyes naturales, que ayudan a entender mejor nuestra dimensión emocional y relacional. Conangla y Soler afirman que si bien no elegimos lo que sentimos, sí que somos responsables de las acciones que se derivan de cómo canalizamos nuestra energía emocional. Si aprendemos a gestionar ecológicamente nuestra emociones será posible transformar situaciones aparentemente negativas como la soledad o el fracaso sentimental en oportunidades para crecer, superarnos y caminar hacia la felicidad.

Mercè Conangla y Jaume Soler han dado a conocer el concepto de “ecología emocional”, fruto de muchos años de trabajo, mediante una serie de libros publicados por Amat Editorial. El éxito los ha convertido en dos de los autores españoles más destacados del área del autoconocimiento y de la psicología personal, con más de 50.000 ejemplares vendidos.

Además de esta labor editorial, ambos realizan una intensa labor de difusión de la “ecología emocional” a través de una organización no lucrativa, la Fundación ÀMBIT, dedicada al desarrollo personal.


Atlas de la ecología emocional

1) Los conceptos básicos

- Ecología emocional: Es el arte de gestionar nuestra emociones de tal forma que la energía que éstas generan sea dirigida a nuestro crecimiento personal, a la mejora de nuestra relaciones interpersonales y a la construcción de un mundo más armónico y solidario.

- Abono emocional (o vitaminas emocionales): Ayudan a crecer y ayudan a vivir. Proporcionan nutrientes y energía emocional: agradecimiento, felicitaciones, sonrisas, abrazos, caricias, ternura...

- Agujero en la capa de ozono: Pérdida de protección en nuestro interior que hace recibamos algunos estímulos sin protección ni filtro alguno. Por ejemplo, juicios de valor, críticas, susceptibilidades...

- Biodegradable: Emociones que hay que permitir que cambien, evolucionen o desaparezcan. En cambio, las “no biodegradables” pueden llegar a envenenarnos.

- Cartografía emocional: El mapa mental del mundo que utilizamos como guía en la vida diaria. Información con carga afectiva que señala zonas de peligro, de exploración, rutas adecuadas… Contiene la memoria emocional.

- Contaminación: Afectos en mal estado, como el mal humor, irritación, enojo, desánimo, el rencor o el resentimiento. Se contagian y contaminan el clima emocional global.

- Conservas emocionales: Situaciones agradables cuyo recuerdo podemos guardar para evocarlo cuando lleguen los malos tiempos.

- Desierto: Momento emocional en el que uno se siente en tierra yerma, solo y sin recursos.

- Efecto invernadero y lluvia ácida: Emitimos partículas tóxicas y contaminantes que acaban rebotándonos en forma de lluvia ácida reduciendo a cenizas nuestra vida interior: El mal humor, las agresiones, el rencor, la envidia, los celos, la crítica constante, la queja, el victimismo, la tendencia a señalar siempre los defectos de los demás...

- Energía emocional: Es el combustible que nos ayuda a vivir (automotivación, alegría, amor, ternura...).

- Reciclaje: Transformación de un sentimiento que da la oportunidad de evolucionar y descubrir nuevas posibilidades de nuestro interior. Los celos pueden ser una oportunidad para detectar puntos de mejora y transformarse en más autonomía y seguridad; la envidia, en solidaridad y generosidad; la ira, en energía positiva...

- Reservas naturales y espacios protegidos: Espacios de intimidad reservados a nosotros mismos. Nos ayudan a respirar y a disfrutar de una mejor calidad de vida. Deben expandirse a medida que crecemos.


2) Las leyes de la ecología emocional:

1. Ley de la diversidad y riqueza de afectos:
La vida natural depende de su diversidad y riqueza.
(Todos los afectos son necesarios.)

2. Ley de la interdependencia afectiva:
Toda las formas de vida dependen entre sí.
(Somos sistemas de energía abiertos y nadie es emocionalmente autosuficiente. Todo lo bueno que hacemos tiene un impacto positivo en el Universo, lo desadaptativo perjudica a todos)

3. Ley de la gestión ecológica de los recursos afectivos:
Todos los seres vivos y todos los recursos son limitados.
(Hay que hacer una buena gestión de los afectos. Su mala gestión puede acabar agotándonos y destruyéndonos).


3) Las 7 leyes de la gestión ecológica de las relaciones:

1. Ley de la autonomía: Ayúdate a ti mismo y los demás te ayudarán.

2. Ley de la prevención de dependencias: No hagas por los demás aquello que ellos pueden hacer por sí mismos.

3. Ley del boomerang: Todo lo que haces a los demás, también te lo haces a ti mismo.

4. Ley del reconocimiento de la individualidad y la diferencia: No hagas a los demás aquello que quieres para ti, pueden tener gustos diferentes.

5. Ley de la moralidad natural: No hagas a los demás aquello que no quieres que te hagan a ti.

6. Ley de la autoaplicación previa: No podrás hacer ni dar a los demás
aquello que no eres capaz de hacer ni darte a ti mismo.

7. Ley de la limpieza relacional: Tenemos el deber de hacer limpieza delas relaciones que son ficticias, insanas y que no nos permiten crecer como personas.


Por: Mercè Conangla y Jaume Soler