¿ ME SIENTO VACIO ? ¿QUÉ HAGO?


El universo entero nos está invitando constantemente a que nos sintamos uno con él. Vivimos empañados en  escapar de ese vacío interior que sentimos desde que nos enseñaron que somos un ego y vivimos separados.Ese sentimiento engañino procede de la creencia profunda y errónea  de que en realidad estamos solos y que no pertenecemos a nada .Esa fuga sin sentido es lo que realmente nos hace sufrir .Intentamos pertenecer a todo lo que nos rodea para no perdernos y lo único que logramos es perder nuestra libertad y grandeza.
Debemos hacer un profundo trabajo y avanzar en el darnos cuenta de que todo lo que llega a nuestras vida es totalmente bueno , confiar en que así es para poder danzar en este baile que es la vida de idas  venidas...
La clave díría yo que está en desarrollar esa confianza con la que todos nacemos hasta que descubrimos erróneamente que el mundo es un lugar peligroso al que tenemos que enfrentarnos con todas las herramientas posibles que nuestro ego pueda desarrollar como defensa . Así construimos ese bunquer personal que cada uno llamamos yo.




Narada, el gran místico indio, se dirigía a ver a Dios. Tocando su veena, atravesó un bosque y se encontró con un muy anciano sabio, sentado bajo un árbol.

El anciano sabio dijo: `Por favor, hazle a Dios una pregunta de mi parte. He estado realizando todo tipo de esfuerzos durante tres vidas, ¿cuánto más es ahora necesario? ¿Cuándo tengrá lugar mi liberación?`

Narada rió y dijo: `Está bien`.

Prosiguiendo su camino halló debajo de otro árbol a un joven bailando y cantando con su ektara. Bromeando Nadara le preguntó: `¿Querrías tú también hacerle alguna pregunta a Dios?`

El joven no respondió. Continuó bailando como si no hubiera escuchado nada.

Después de unos pocos días Narada regresó. Le dijo al anciano: `Le pregunté a Dios. Dijo que tres vidas más`.

El anciano estaba furioso. Arrojó su collar y sus escrituras. Dijo, `Esto es totalmente injusto! Tres vidas más!`.

Narada caminó hacia el joven, que se hallaba nuevamente bailando y le dijo: `Aunque no lo preguntaste, yo le pregunté a Dios acerca de ti. Pero ahora temo decírtelo o no. Habiendo visto la ira del anciano comienzo a dudar`.

El joven no dijo nada; continuó bailando. Narada le dijo: `Cuando le pregunté, Dios dijo: `Dile al joven que deberá nacer tantas veces como existen hojas en el árbol debajo del cual él baila`.

Y el joven comenzó a bailar aún más extáticamente. Dijo: `¿Tan Rápido?` Hay tantos árboles en el mundo y tantas hojas... ¿sólo ésto? Cuando veas a Dios la próxima vez, agradécele`.

Y se cuenta que el joven fue liberado en ese preciso momento. Si la confianza es tan total, el tiempo no es necesario. Si no existe la confianza, entonces ni siquiera tres vidas serán suficientes. Y mi sensación es que el anciano debe aún hallarse por ahí todavía hoy. Semejante mente no puede liberarse. Semejante mente es el infierno

Si vivimos en sintonia con el universo podemos estar seguros de que nos sentiremos plenos pese a los vaivenes terrenales. Habremos aprendido a confiar y por ende  a interpretar los sucesos no con fascinación o rechazo sino desde una postura más abierta , más madura y confiada, entendiendo que todo suceso anuncia vientos de cambio que en mayor o menor medida traerá renovación y crecimiento a nuestras estancadas vidas.
Cuando no somos capaces de entender esto impera en nuestra mente un sentimiento de vacio que busca neuroticamente llenarse con lo que tenga a mano dinero, casas,  muebles,  amigos, amantes, éxitos efímeros , popularidad y un largo etc.

Se erige de esto modo un "YO" vacío y triste que busca ser alguien en el otro o en lo otro y que olvida su verdadera naturaleza .Una naturaleza que no necesita engañar ni se nada porque simplemente le basta con estar presente y vivir. 
Una vida así rellenada con semejantes alicientes esta condenada a ser solitaria y difícil de vivir sin necesidad incluso de llegar a las maximas expresiones de depresión y desolación.

Nos volvemos por tanto codiciosos y buscamos acaparar cualquier cosa aunque nos sea inservible .. acaso no recuerdas esa relación que nada te aportaba pero aún así alli seguias?

Cuando eres codicioso lo único que está pasando es que te sientes vacio y estas dispuesto a llenarlo de loq ue sea .Cuando comprendes esto ,cuando realmente lo ves no puedes seguir siendolo porque sabes que esa intentona es inútil ... sólo puedes rendierte y  unirte asi desde la humildad de un ego derrotado y vacio al universo .  Esa comunión hará que desaparezca ese vacio interior y por tanto toda codicia
 Si tu decision es seguir llenandote de loq ue sea que llegue a tu vida o tu creas que necesites has de saber que nunca lograras llenarte .. el cansancio será cada vez mayor. y alli al otro lado estará el universo esperandote a que lo reconozcas como parte de ti , o mejor como tú mismo . completo , extenso eterno y siempe presente.
Trata de entender ese vació y si por tii mismo no puedes hacerlo busca quien te guie .. si realmente quieres salir de esa trampa el universo te guiará y pondrá las personas adecuadas en tu camino.

Abandonate , rindete y reconoce esa paz y silencio que está dentro de ti .. medita del modo que quieras... no has de sentarte o seguir un método x para lograr esa comunion

cuando me siento perdida y vacia ..trato de conectarme al amor que soy con rendición y humildad  cada noche y cada mañana agradezco todo lo que me ha sucedido y lo que está por suceder...Es mi antidoto contra el vacio y el miedo .

 Y un día te darás cuenta de que estás tan lleno —rebosante—, rebosas alegría, dicha, bendición. Tienes tanto que puedes darlo al mundo sin quedarte exhausto.
 Ese día, por primera vez, no sentirás ninguna avaricia, ningún deseo de dinero, alimentos ni cosas, no querrás nada. Vivirás con naturalidad y encontrarás lo que necesites.

¿ME SIENTO VACIO ? ¿QUÉ HAGO? AGRADECE CUALQUIER EXPERIENCIA.


Soraya Founty
Psicóloga y Terapeuta Transpersonal colegiada.
smkgab@gmail.com

LA HERMOSA SIRVIENTA. ILUSIONES Y ESPEJISMOS



Érase una vez un sultán, dueño de la fe y del mundo. Habiendo salido de caza, se alejó de su palacio y, en su camino, se cruzó con una joven esclava. En un instante él mismo se convirtió en esclavo. Compró a aquella sirvienta y la condujo a su palacio para decorar su dormitorio con aquella belleza. Pero, enseguida, la sirvienta cayó enferma.
¡Siempre pasa lo mismo! Se encuentra la cántara, pero no hay agua. Y cuando se encuentra agua, ¡la cántara está rota! Cuando se encuentra un asno, es imposible encontrar una silla. Cuando por fin se encuentra la silla, el asno ha sido devorado por el lobo.
El sultán reunió a todos sus médicos y les dijo:

"Estoy triste, sólo ella podrá poner remedio a mi pena. Aquel de vosotros
que logre curar al alma de mi alma, podrá participar de mis tesoros."

Los médicos le respondieron:

"Te prometemos hacer lo necesario. Cada uno de nosotros es como el
mesías de este mundo. Conocemos el bálsamo que conviene a las heridas del
corazón."

Al decir esto, los médicos habían menospreciado la voluntad divina. Pues olvidar decir "¡In sha Allah!" hace al hombre impotente. Los médicos ensayaron
numerosas terapias, pero ninguna fue eficaz. La hermosa sirvienta se desmejoraba cada día un poco más y las lágrimas del sultán se transformaban en arroyo.
Todos los remedios ensayados daban el resultado inverso del efecto previsto. El sultán, al comprobar la impotencia de sus médicos, se trasladó a la mezquita. Se prosternó ante el Mihrab e inundó el suelo con sus lágrimas. Dio gracias a Dios y le dijo:

"Tú has atendido siempre a mis necesidades y yo he cometido el error de dirigirme a alguien distinto a ti. ¡Perdóname!"
Esta sincera plegaria hizo desbordarse el océano de los favores divinos, y el sultán, con los ojos llenos de lágrimas, cayó en un profundo sueño. En su sueño, vio a un anciano que le decía:
"¡Oh, sultán! ¡Tus ruegos han sido escuchados! Mañana recibirás la visita de un extranjero. Es un hombre justo y digno de confianza. Es también un buen médico. Hay sabiduría en sus remedios y su sabiduría procede del poder de Dios."

Al despertar, el sultán se sintió colmado de alegría y se instaló en su ventana para esperar el momento en el que se realizaría su sueño. Pronto vio llegar a un hombre deslumbrante como el sol en la sombra.
Era, desde luego, el rostro con el que había soñado. Acogió al extranjero como a un visir y dos océanos de amor se reunieron. El anfitrión y su huésped se hicieron amigos y el sultán dijo:

"Mi verdadera amada eras tú y no está sirvienta. En este bajo mundo, hay
que acometer una empresa para que se realice otra. ¡Soy tu servidor!"
Se abrazaron y el sultán añadió:

"¡La belleza de tu rostro es una respuesta a cualquier pregunta!"
Mientras le contaba su historia, acompañó al sabio anciano junto a la sirvienta enferma. El anciano observó su tez, le tomó el pulso y descubrió todos los síntomas de la enfermedad. Después, dijo:

"Los médicos que te han cuidado no han hecho sino agravar tu estado, pues
no han estudiado tu corazón."

No tardó en descubrir la causa de la enfermedad, pero no dijo una palabra de ella. Los males del corazón son tan evidentes como los de la vesícula. Cuando la leña arde, se percibe. Y nuestro médico comprendió rápidamente que no era el cuerpo de la sirvienta el afectado, sino su corazón.
Pero, cualquiera que sea el medio por el cual se intenta describir el estado de un enamorado, se encuentra uno tan desprovisto de palabras como si fuera mudo. ¡Sí! Nuestra lengua es muy hábil en hacer comentarios, pero el amor sin comentarios es aún más hermoso. En su ambición por describir el amor la razón se encuentra como un asno tendido cuan largo es sobre el lodo. Pues el testigo del sol es el mismo sol.
El sabio anciano pidió al sultán que hiciera salir a todos los ocupantes del palacio, extraños o amigos.
"Quiero, dijo, que nadie pueda escuchar a las puertas, pues tengo unas
preguntas que hacer a la enferma."
La sirvienta y el anciano se quedaron, pues, solos en el palacio del sultán.
El anciano empezó entonces a interrogarla con mucha dulzura:

"¿De dónde vienes? Tú no debes ignorar que cada región tiene métodos
curativos propios. ¿Te quedan parientes en tu país? ¿Vecinos? ¿Gente a la que amas?"

Y, mientras le hacía preguntas sobre su pasado, seguía tomándole el pulso.
Si alguien se ha clavado una espina en el pie lo apoya en su rodilla e intenta sacársela por todos los medios. Si una espina en el pie causa tanto sufrimiento, ¡qué decir de una espina en el corazón! Si llega a clavarse una espina bajo la cola de un asno, éste se pone a rebuznar creyendo que sus voces van a quitarle la espina, cuando lo que hace falta es un hombre inteligente que lo alivie.
Así nuestro competente médico prestaba gran atención al pulso de la enferma en cada una de las preguntas que le hacía. Le preguntó cuáles eran las ciudades en las que había estado al dejar su país, cuáles eran las personas con quienes vivía y comía. El pulso permaneció invariable hasta el momento en que mencionó la ciudad de Samarcanda. Comprobó una repentina aceleración. Las mejillas de la enferma, que hasta entonces eran muy pálidas, empezaron a ruborizarse. La sirvienta le reveló entonces que la causa de sus tormentos era un joyero de Samarcanda que vivía en su barrio cuando ella había estado en aquella ciudad.

El médico le dijo entonces:

"No te inquietes más, he comprendido la razón de tu enfermedad y tengo lo
que necesitas para curarte. ¡Que tu corazón enfermo recobre la alegría! Pero no reveles a nadie tu secreto, ni siquiera al sultán."
Después fue a reunirse con el sultán, le expuso la situación y le dijo:

"Es preciso que hagamos venir a esa persona, que la invites personalmente.
No hay duda de que estará encantado con tal invitación, sobre todo si le envías
como regalo unos vestidos adornados con oro y plata."
El sultán se apresuró a enviar a algunos de sus servidores como mensajeros ante el joyero de Samarcanda. Cuando llegaron a su destino, fueron a ver al joyero y le dijeron:

"¡Oh, hombre de talento! ¡Tu nombre es célebre en todas partes! Y nuestro sultán desea confiarte el puesto de joyero de su palacio. Te envía unos vestidos, oro y plata. Si vienes, serás su protegido."

A la vista de los presentes que se le hacían, el joyero, sin sombra de duda, tomó el camino del palacio con el corazón henchido de gozo. Dejó su país, abandonando a sus hijos, y a su familia, soñando con riquezas. Pero el ángel de la muerte le decía al oído:

"¡Vaya! ¿Crees acaso poder llevarte al más allá aquello con lo que sueñas?"

A su llegada, el joyero fue presentado al sultán. Este lo honró mucho y le confió la custodia de todos sus tesoros. El anciano médico pidió entonces al sultán que uniera al joyero con la hermosa sirvienta para que el fuego de su nostalgia se apagase por el agua de la unión.
Durante seis meses, el joyero y la hermosa sirvienta vivieron en el placer y en el gozo. La enferma sanaba y se volvía cada vez más hermosa.
Un día, el médico preparó una cocción para que el joyero enfermase. Y, bajo el efecto de su enfermedad, este último perdió toda su belleza. Sus mejillas palidecieron y el corazón de la hermosa sirvienta se enfrió en su relación con él.
Su amor por él disminuyó así hasta desaparecer completamente.
Cuando el amor depende de los colores o de los perfumes, no es amor es una vergüenza. Sus más hermosas plumas, para el pavo real, son enemigas. El zorro que va desprevenido pierde la vida a causa de su cola. El elefante pierde la suya por un poco de marfil.
El joyero decía:
"Un cazador ha hecho correr mi sangre, como si yo fuese una gacela y él quisiera apoderarse de mi almizcle. Que el que ha hecho eso no crea que no me vengaré."
Rindió el alma y la sirvienta quedó libre de los tormentos del amor. Pero el amor a lo efímero no es amor.
 Rumi.

EL RATÓN Y LA RANA . IDENTIFICARSE CON LO QUE NO SOMOS.



Un ratón que se paseaba a lo largo de un arroyo se hizo amigo de una rana.
Se reunían ambos, todos los días, a una hora fija, en el lugar de su primer encuentro con el fin de contarse historias y divertirse.
Un día, el ratón dijo a la rana:
"¡Oh, tú, el más noble de los animales! Desde hace mucho tiempo, deseo confiarte un secreto. Vienes del agua y a ella vuelves. Y yo, cuando te llamo desde la orilla del arroyo, no obtengo respuesta porque tú no me oyes. Mi corazón no se satisface con nuestros encuentros diarios. Me siento extraviado cuando no veo tu rostro. Para mí, eres la luz del día y la paz de la noche. Mi corazón desea estar contigo en todo instante. Pero tú ignoras todo de mi estado.
¡Oh, hermana mía! Yo vengo de la tierra y tú vienes del agua. Me es imposible
sumergirme en el agua. Es preciso que encontremos un medio para que te
lleguen mis llamadas."

Y propuso esta solución:

"Vamos a tomar un hilo muy largo y cada uno de nosotros atará una de sus
patas a uno de sus extremos. Así, cuando quiera verte, me bastará con tirar del
hilo."

Esta solución no gustó mucho a la rana y se negó.
Si la rana del alma está atada al ratón del cuerpo, es importunada sin cesar por este último, que tira del hilo.
El ratón insistió tanto que la rana acabó por ceder. Se ataron, pues, por medio de un largo hilo y, cada vez que el ratón tiraba de él, la rana subía del fondo del agua para conversar con su amigo. Ahora bien, un día, un enorme cuervo atrapó al ratón y alzó el vuelo. Arrastró al ratón y a la rana tras él, el ratón en su pico y la rana al extremo del hilo. La gente que vio este espectáculo dijo:

"¡Qué cosa tan asombrosa! Una rana, criatura acuática, cazada por un
cuervo!"
La rana, por su parte, se decía:

"¡Quien se hace amigo de una criatura que no es de su clase merece
ciertamente el castigo que yo sufro!

 Cuán acertado este cuento de Rumi ... vivimos identificados con las formas creyéndonos ratón...cuando en realidad quien ha venido a pasearse por esta vida es nuestra alma ( la rana). Ella es feliz contemplando la vida tal y como es ,,, no tiene necesidades mundanas y no necesita de otros para ser y vivirse en la experiencia humana.
Y este muchos de nosotros ni sabemos que vivimos encerrados en la cárcel de nuestra mente a merced de los vaivenes de los caprichos y miedos de esta. 

Aquello que anhelamos jamás podrá venir de la mente .. esa confianza que necesitamos está más allá de ella .
Hipotecamos nuestra alma a nuestro pensamiento atraves de un filo hilo invisible , nos vendemos por necesidades que nii siquiera son reales y acabamos sufriendo como consecuencia de ello.

Liberar ese alma es nuestra gran misión... detectar como ha sido atada para ir desanudando es un regalo para valientes.

Ahora sería conveniente que te plantearas estas cuestiones y si lo deseas me las remitas:

smkgab@gmail.com


Antes *
1)  ¿Que te dice el título de ésta fábula?
2) ¿ Crees que son amigos el ratón y la rana?

Durante*
1) ¿ Porqué crees que la rana ató su pata con la del ratón?
2) ¿Qué crees que pasará con el ratón? y con la rana?

Después   *
1) ¿Te gustó la fábula? ¿Porqué?
2) ¿Qué te parece lo que dice la moraleja? ¿Estás de acuerdo?

U abrazo hondo 

Soraya Founty